08. 𝔄𝔪𝔭𝔩𝔦𝔣𝔦𝔠𝔞𝔡𝔬𝔯𝔢𝔰 𝔡𝔢 𝔐𝔬𝔯𝔬𝔷𝔬𝔳𝔞.

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Lo admito, resultaba escalofriante caminar por los senderos entre las tiendas a plena noche. Casi no quedaban lámparas encendidas, salvo una que otra distribuidas a través del campamento y aquellas que flanqueaban el esquife.

Me cuidé todos los flancos, no tenía conocimiento de quiénes o cómo montaban las guardias y menos una buena excusa para justificar mi presencia rondando por ahí a estas horas.

Improvisar se estaba convirtiendo en un gran pasatiempo. Podría convertirse en el fin de mis días si seguía metiéndome en líos innecesarios; como Mal y Alina, susurró mi consciencia y la mandé a callar. Era buena haciendo silencio, mi niñez lo ameritaba y evitar al Duque Lazerev todavía más. Así que, cuando alcancé mi objetivo me dediqué un cumplido mientras me colaba dentro, aprovechando el cambio de guardia.

━¿A dónde carajo crees que vas?

Me giré lista para llorar y suplicar si hacía falta, pero, por obra de los Santos resultó ser una falsa alarma para mí. Un vendaval con cara de pocos amigos encaraba a uno de los oprichniki, quien abandonaba su puesto para ir a... no me importaba dónde.

Tuve que escabullirme bajo cubierta antes de que los desacuerdos desaparecieran y tomasen sus puestos.

Descendía por los estrechos escalones de madera cuando caí en cuenta de un insignificante detalle: no había salida. Golpeé mi frente contra la maciza madera de un escalón, negando incrédula. ¡Pues lo dicho! Iba a terminar muerta por mi estupidez.

Contaba con no divisar a los guardias bajo cubierta. Con suerte podría calcular el siguiente relevo a fin de salir por pies, más rápido de lo que podría correr el caballo del Oscuro.

━No es como si fuera a lastimarte ━me reconforté.

━¿Eso crees?

Del susto, me hizo resbalar en el penúltimo escalón. El chillido por la impresión quedó ahogado rápidamente, pues no quería atraer a los guardias y empeorar mi calamidoso intento de espionaje. Contemplé su vestimenta oscura e impoluta, una de sus finas cejas arqueada y su expresión expectante.

Desde el suelo, su estatura resultaba elegante e imponente.

Extendió una mano hacia mí después de poner los ojos en blanco. La intensidad en ellos realmente me puso los vellos de punta. Ya no me sentía segura de que fuera a salir ilesa de esta cruzada.

━¿Qué te trae hasta mí a mitad de la noche? ━instó en tono demandante━. Espero se trate de algo más inteligente que banal curiosidad.

Mis mejillas se arrebolaron sin poder evitarlo.

━Sé que Alina vino aquí ━enuncié con una firmeza endeble━, quiero saber por qué.

Cortesía era mi segundo nombre.

El estómago se me revolvió de vergüenza. Yo era la intrusa que irrumpió a hurtadillas en su estancia y, todavía a sabiendas de ello, me atrevía a exigir explicaciones. Me estaba convirtiendo en un monstruo.

━Eres tú de quien él habla ━señaló en actitud recelosa━. Tu captor y verdugo, me refiero.

Pensé que hablaba de Lazerev y me encontré preguntándome de dónde podrían conocerse mi antiguo señor y esa chica tan extraña. Luego me sentí ridícula al comprenderlo. Se refería al Oscuro, ¿Quién si no?

El problema era mi forma de percibirlo; ya no era una amenaza para mí, sino la salvación.

━No entiendo.

Apenas la vi moverse. Su sigilo fue una inesperada revelación, contuve el aliento al percibir su fría piel contra la mía.

El calor bajo cubierta rozaba lo sofocante, empero la chica frente a mí parecía no ser capaz de absorberlo. Su tacto asemejaba la porcelana más cara de las posesiones de los Lazerev, igual que su aspecto. Sin manchas, ni arrugas. Perfecta. Como Genya, pensé.

𝔖𝔬𝔪𝔟𝔯𝔞 𝔶 𝔣𝔲𝔢𝔤𝔬 | 𝔗𝔥𝔢 𝔇𝔞𝔯𝔨𝔩𝔦𝔫𝔤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora