03. 𝔓á𝔧𝔞𝔯𝔬 𝔡𝔢 𝔣𝔲𝔢𝔤𝔬.

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N/A: Se está cayendo el cielo por mi rancho, así que he decidido adelantar el capítulo de mañana por si se me va la luz 😂💔 gracias por sus comentarios bonitos. ¡Buenas noches, pequeñas sombras!🖤

El cansancio me arrastró hasta el conjunto de escabrosos árboles ya tan familiares. A veces permanecían como árboles o, cuando mi imaginación se ponía especialmente creativa, se convertían en cuerpos de soldados.

La urgencia en mi ser me guiaba, sorteando obstáculos en el camino.

Una cascada de fuego se alzaba majestuosamente al final de mi travesía. Resultaba hipnotizante y al mismo tiempo peligrosa; si no te deshacías del hechizo, terminarías caminando directamente a un baño de fuego.

━¿Dónde estás? ━murmuré.

Usualmente venía a mi encuentro el ciervo blanco. Se interponía en mi camino, desviando mi trayectoria hacia un lugar seguro. Pero algo andaba mal. El ciervo no apareció y mis pies seguían andando en su estricta ruta directa hacia la cascada de llamas abrasadoras.

━No quiero ir ahí ━gemí, percibiendo el temor extendiéndose por mi cuerpo━. Por favor, por favor, por favor... No me obligues a seguir.

Intenté aferrarme del árbol a mano, pero entonces se convirtió en el cuerpo de un hombre. Llevaba un uniforme del Primer Ejército, polvoriento y salpicado de sangre. Se encontraba boca abajo, cuestión que no representó obstáculo alguno para reconocerlo: Mal.

Chillé su nombre con todas mis fuerzas, una y otra vez, sin lograr vislumbrar movimiento. Rocé otro árbol con las yemas de mis dedos y el cuerpo que adoptó estaba cubierto con una kefta roja. Fedyor miraba en dirección al cielo con ojos lechosos y una herida sangrante de bala en la frente.

━¡Basta! ━sollocé.

Mi estómago estaba revuelto. Necesitaba parar.

Desistí de buscar apoyo en los árboles, no me sentía capaz de soportar el descubrir en quien más podrían convertirse.

Como la ausencia del ciervo, había una segunda cosa diferente. El manantial bajo la cascada era agua pura y cristalina. Retuve el aliento cuando mis pies se hundieron en la semihelada agua. Tiritaba de frío, mis dientes chocaban entre ellos mientras avanzaba.

Divisé el borrón de un cuerpo largo rodeándome bajo el agua, así que concentré mi atención en las ondas recorriendo la superficie gracias a mis pasos y el nado de la criatura. Emergió a respirar y el sol se reflejó sobre sus hermosas escamas iridiscentes. Se quedó mirándome por un largo instante antes de volver a las profundidades.

El aire escaseaba en mis pulmones mientras me acercaba a la muerte segura. Mi corazón se aceleró y luego se ralentizó abruptamente. Estaba a nada de adentrarme en la cortina de llamas. Nada me salvaría.

Entonces grité.

━¡No me lleves con el pájaro de fuego!

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━¡No me lleves con el pájaro de fuego!

Abrí los ojos en medio de un infierno. Estaba encerrada en una burbuja de fuego. No es una burbuja, susurró mi consciencia, se quema la tienda. Escuchaba el alboroto a mi alrededor demasiado lejos; estaba de espectadora a través de un cristal o bajo el agua, pues las voces llegaban ahogadas a mis oídos.

Un escuadrón pequeño de infernis se esforzaban por mantener controlado el fuego en el sitio mientras los vendavales luchaban por sofocarlo. Uno que otro agitamareas se unió al esfuerzo. Y, en medio de todo, yo luchaba contra mí misma.

Bajé los pies del catre, dando pasos tambaleantes me acerqué al borde del círculo ardiente.

━¡Iryna! ¡Quédate donde estás! ━rugió Fedyor.

La piel de su rostro estaba rosada y a su lado había un sanador terminando de curarlo. Su kefta estaba chamuscada y adherida a uno de sus costados. Tú hiciste esto, acusó la voz en mi interior.

La imagen del mortificador muerto en mis sueños me golpeó desprevenida.

Retrocedí asustada y uno de los infernis chillo cuando el fuego chisporroteó embravecido. Me caí de espaldas, retrocediendo por el suelo sin saber qué hacer. La cortina de fuego no cedía ante los diestros grisha. Si no conseguían extinguirlo, ¿Moriría quemada? La idea me aterrorizó. Otro grito resonó, una nueva llamarada se lanzó contra un vendaval.

Tú hiciste esto, repitió la voz.

Entonces la reconocí. Era la voz de mal. Y esas palabras... Esas palabras me las había gritado una vez en Keramzin cuando la habitación en la que dormíamos Alina y yo se incendió debido a una vela mal colocada.

Deja que el fuego lo consuma todo, instó una voz profunda y antigua.

━¡¿Qué ocurre?! ¡APÁGUENLO YA! ━bramó el Oscuro.

Tú hiciste esto, la acusación de Mal llegó acompañada del recuerdo de su mirada desorbitada, producto del miedo. Había corrido desde su habitación al otro lado del pasillo para abrazar a Alina y asegurarse de su bienestar.

━Fue un accidente.

Acéptalo, Iryna.

━Yo no... ━mi mirada se cruzó con la del Oscuro a través de la cortina llameante━. La vela...

Tú hiciste esto.

Acéptalo, Iryna.

Deja que el fuego lo consuma todo.

━¡Ya basta!

Me arrodillé en el suelo, escondiendo la cabeza entre mis manos. Comencé a mecerme adelante y atrás mientras las palabras se repetían una y otra vez, haciendo eco dentro de mi cabeza.

━Ya basta, para. Es suficiente... YA BASTA.

Golpeé el suelo con ambos puños. El aire a mi alrededor se calentó. Perfecto, me convertiré en cenizas, pensé. No obstante, el golpe mortal no llegó. El círculo de llamas se transformó en un arrasador tornado, elevándose hasta el cielo y luego adoptó la forma de una enorme ave.

La cabeza me daba vueltas, los ojos me ardían.

El pájaro me fijó como su objetivo y descendió en picada. Directo a mí. Absorbió cada llama en su camino; el fuego se veía atraído a él y parecía brindarle velocidad.

Un silencio extraño se formó a mi alrededor, rompiéndose solamente cuando el ave gigante estaba a una distancia peligrosamente cerca del suelo. Los grisha echaron a correr sin rumbo, solo alejándose cuanto pudiesen.

Acéptalo, Iryna.

Resignada a lo que me esperaba, eché la cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados, y recargué el dorso de mis manos sobre las rodillas.

━Fue un accidente, Mal ━gemí, percibiendo la luz a través de mis parpados. El calor me golpeó el rostro y contuve el aliento.

Deja que el fuego lo consuma todo.

La sensación fue tormentosa y, desde luego, dolorosa. Mi piel se derretía, la ropa se quemaba sobre mi cuerpo y se fundía. No podía gritar, mi boca estaba seca. Me ardía la garganta. Mis huesos se quejaron, mis pulmones se quejaron, en cambio mi corazón...

Tú hiciste esto.

━Lo lamento, Mal.

Una onda de energía me atravesó. Sentí que me partía en mil pedazos. Vislumbre brevemente el alcance de los daños, gran parte del campamento estaba incinerado. Los grisha tenían sus escudos alzados y el Oscuro...

Bueno, su expresión férrea era indescifrable.

Bien, me dije. Ya habría tiempo para aprender a leerla. Si seguía viva.

𝔖𝔬𝔪𝔟𝔯𝔞 𝔶 𝔣𝔲𝔢𝔤𝔬 | 𝔗𝔥𝔢 𝔇𝔞𝔯𝔨𝔩𝔦𝔫𝔤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora