01. 𝔖𝔢𝔫𝔱𝔢𝔫𝔠𝔦𝔞 𝔡𝔢 𝔪𝔲𝔢𝔯𝔱𝔢.

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━Es sobre su hermano, ¿Malyev Oretsev?

━Malyen ━corregí, impulsada por costumbre━. ¿Le ocurrió algo?

El joven negó, sin perder su sonrisa cálida. ━Su presencia es requerida en el Gran Palacio, señorita Oretsev. ¿Sería tan amable de acompañarme? Por favor.

Sus palabras despertaron en mí el instinto de analizarlo con mayor detenimiento, obligándome a caer en cuenta del color de su uniforme. No era mensajero, ni pertenecía al primer ejército tampoco. Llevaba una kefta roja.

Un grisha. Un mortificador.

━Los duques no... Quizá podría volver más tarde, no quiero estar ausente cuando los señores vuelvan. Podrían pensar...

De pronto su sonrisa amable ya no parecía tan amigable, sino una amenaza velada. La realidad me golpeó una vez más, la adrenalina me obligó a prestar atención a mi alrededor. Silencio. Toda la casa estaba en silencio; no escuchaba el típico trajinar de Gasha en la cocina, ni la voz cantarina de Katya desde el salón o las risas y gritos de los niños jugando en el jardín.

━Por favor, no los lastimen ━supliqué aterrada━. Creo que esto es un error.

━El resto de los habitantes de la casa estarán bien, pero debemos irnos.

Negué. ━Los niños... ¿Por qué?

La pregunta salió en algo parecido a un suspiro. Ni siquiera estaba segura de estar cuestionando al mortificador, era más bien como si yo misma pudiera brindarme la respuesta.

Y en el fondo, aunque no lo admitiera, sí la tenía.

Si Alina estaba involucrada en la desaparición del esquife como se decía, Mal no podía estar lejos de ser igual de culpable. Esos dos siempre estaban juntos, como un par de imanes. Incapaces de separarse ni un solo instante.

━Mientras mejor sea tu disposición de acompañarnos, más rápido partiremos.

Las opciones eran limitadas y poco alentadoras. A decir verdad, únicamente había una: ir con ellos.

━Supongo que no serviría de nada echar a correr, ¿No? -murmuré con total abatimiento.

Su rostro se suavizó. ━No queremos hacerte daño, supongo que si emprendieras una carrera solo podríamos ponerte a dormir.

━No vamos al Gran Palacio tampoco, ¿Cierto? ━él negó━. Entonces, ¿A dónde me llevas?

Se limitó a abrir la puerta del carro para mí. El interior era cómodo y elegante, definitivamente la clase de lujos que solo podían darse aquellos con una excelente posición. A través de las ventanillas, las tiendas pasaron y desaparecieron, pronto el paisaje fue un borrón de árboles.

Suspiré con fastidio. Ni siquiera ahora podía estar lejos de los problemas de aquellos dos. Era como si el lazo entre nosotros no pudiera terminar de romperse. Sin importar cuanto lo intentase o cuan duro tratara, siempre terminaba salpicada por sus osadías.

Resignada a enfrentar la furia de un país entero, me acomodé contra el asiento y cerré los ojos, buscando mitigar un poco el dolor de cabeza. Sin pretenderlo, me quedé dormida.

 Sin pretenderlo, me quedé dormida

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𝔖𝔬𝔪𝔟𝔯𝔞 𝔶 𝔣𝔲𝔢𝔤𝔬 | 𝔗𝔥𝔢 𝔇𝔞𝔯𝔨𝔩𝔦𝔫𝔤Where stories live. Discover now