La memoria

1.8K 246 38
                                    

Beatriz

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Beatriz

Estiré las comisuras del rostro en un intento de despegar los párpados, lentamente para abrirlos y parpadear. Vi un techo blanco sobre mi cabeza y vi una televisión encendida hacia el frente, con el volumen ligero. Cerré los ojos con fuerza y volví a abrirlos, me senté pesarosamente en la cama y sentí un pinchazo en la mano derecha, me di cuenta que tenía una intravenosa. Estaba en una cama de hospital, y entonces reconocí estar en la habitación de uno.

Me dolían todas y cada parte de mi cuerpo, en especial la cabeza, así que me volví a acostar en la cama. Tenía puesta una bata, ya no traía puesto mi nuevo vestido. Cuando mi estómago se quejó de dolor, me incliné hacia un costado. Cuando volví a mirar hacia el frente, encontré un reloj colgado al frente: era pasado el mediodía y por mis adentros sentí nervios porque se suponía que debía estar en la editorial trabajando.

Pensé en Nate y en lo preocupado que estaría.

Me incliné hacia la mesa de luz de mi derecha y abrí los cajones en busca de mis pertenencias, pero ahí no había nada, ni siquiera mi billetera.

La puerta de la habitación se abrió, y un enfermero con ropa azul apareció con una bandeja que cargaba un vaso de jugo, detrás de él aparecieron mis amigos: Emily y Dexter.

De pronto, muy dentro de mi pecho, sentí dolor, una inminente sensación de haberlos defraudado.

—Bea —dijo Emily y se acercaron a mí completamente, ella me tomó de la mano—. ¿Cómo te sientes?

—Hola —saludé, la voz me salió más baja de lo que esperaba. Me solté de su mano y no pude mirarla a los ojos—. Estoy bien. A diferencia de ustedes, parece que pasaron toda la noche en vela.

—Pues, así fue —respondió Dexter.

—No debieron hacerlo. —Me estiré en mi lugar nuevamente, tratando de desviar sus ojos de mí y rebusqué en los cajones—. Uhm, es extraño, pero no encuentro mis cosas.

—Es porque no están aquí.

Me detuve, sin mirarlos, luego volví a acostarme en la cama.

—Genial —respondí—. ¿Podrías prestarme tu celular, Dex? Necesito comunicarme con Nate, es tarde y se debe preguntar dónde estoy.

—No deberías preocuparte por eso ahora, Bea —dijo Dexter.

—Claramente no sabes lo paranoico que puede llegar a ser Nate. —Solté una risa cansada—. Será una llamada rápida.

—¿Qué le dirás?

—Pues, obviamente no le diré que me embriagué hasta el punto de caer en un coma etílico —solté y los miré finalmente. Sentí un nudo en la garganta y cerré los ojos. Traté de controlarme, pero la voz me falló—. Solo... solo necesito decirle que estoy bien.

—Pero, ¿lo estás? —preguntó Emily, con dulzura.

Abrí la boca para responder duramente, pero, mi voz se quebró y solté un inesperado sollozo. Me llevé las manos al rostro.

La noche que te conocí©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora