Ladroncito Nate

5.2K 566 197
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Por qué no volvemos a recostarnos? —propuso Nate—

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Por qué no volvemos a recostarnos? —propuso Nate—. Prometo no hacer nada que tú no quieras.

—Está bien —accedí, más relajada que antes.

Él se acostó en el mismo lugar y, cuando yo estuve por hacer lo mismo, el desgarrón creció. ¡Maldita Emily! Si seguía desgarrándose a este ritmo, pronto se me verían las bragas.

—¿Estás bien? —Nate me miraba desde el suelo.

Lo miré.

—Tengo un poco de calor, ¿no lo sientes? —En seguida sopló un fuerte viento frío que me caló hasta los huesos—. ¿Te importa si me quito tu abrigo? —Antes de que pudiera responder, me zafé de él. Usé mi chaqueta para tapar la costura de modo que se ocultara la abertura de la falda—. ¡Qué calor! Al correr por todas esas escaleras.

Se hizo un silencio brevísimo, tras el cual Nate me sonreía. Entonces me volví a acostar a su lado.

—¿Qué edad tienes? —quiso saber.

—Vaya manera de empezar una conversación. ¿No te ha enseñado tu madre que a las chicas no se les pregunta la edad?

—Bueno, no tengo mamá y a mi papá nunca se le ocurrió. Así que me tocará adivinarlo —dijo—. Dieciocho.

Se me heló la sangre al instante y cambié de expresión.

—Perdona —dije.

—Descuida. Sucedió hace mucho. Por cáncer.

La noche que te conocí©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora