La noche que te conocí©

Una reunión importante

Nathan

Al llegar a casa eran casi ocho y media de la noche, me había quedado dormido en la biblioteca de la editorial y cuando me despertó Louis, estaba acostado en una silla. Había bebido solo casi una botella entera de vino y ahora sufría las consecuencias con un punzante dolor de cabeza. Recordé brevemente unos pequeños fragmentos antes de quedarme dormido. Vi a Bea mientras me curaba la mano herida, la vi sentarse junto a mí mientras me pasaba los dedos por mi cabello y luego cuando se inclinó para besarme los labios. Sonreí sin poder evitarlo.

—¡Nathan, finalmente estás en casa! —Vi a Vilma entrar al salón, tenía un semblante preocupado en el rostro—. Llamé a tu oficina, pero nadie me atendió.

—Discúlpame, Vilma. Es que me quedé... ocupado haciendo una cosa. Pero tranquila, no me pasó nada grabe.

Me acerqué a ella para agarrarla de los brazos y frotárselos con cariño para lograr calmarla. No me gustaba causarle preocupación.

Ella me sonrió y eso me hizo sentir mejor, pero luego hizo un gesto con las cejas.

—Cariño, tienes una pinta horrible —dijo y solté una risa.

—También es así como me siento. Me duele la cabeza, ¿podrías llevarme a mi habitación una aspirina con agua?

—Haré algo mejor, te voy a preparar un té que te repondrá. Ven.

Y como si fuera de nuevo un niño pequeño, agarró de mi mano y me estiró con ella en dirección a la cocina. Me senté en una de las butacas altas alrededor de la isla mientras que Vilma calentaba el agua y me preparaba aquel té que olía a hierbas.

—Tu padre ha llamado —dijo Vilma a mis espaldas—. Se escuchaba un poco afectado al teléfono. Me ha pedido que le devolvieras la llamada en cuanto pudieras.

—Demonios, seguro ya vio las noticias —murmuré y me llevé las manos al rostro—. ¿Te ha dicho algo más?

—Solo que quería hablar contigo —respondió Vilma. Luego de unos segundos de silencio, se acercó a mí y puso su mano sobre mi hombro—. Aquí está tu té. Tómalo con cuidado porque está caliente.