22| En cualquier lugar

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MAZKLAN

Llevaba semanas de frustración, nadie podía ayudar, en el maldito pueblo solo algunas calles tenían cámaras de seguridad, ni Thomas, ni Damen podían hacer algo.

—No hay nada Mazklan, lancé un programa en los alrededores en donde interceptara alguna llamada si hablaban de Milán, pero no hay nada— fue lo último que me dijo Damen hace semanas, de ahí solo eran días sin dormir bien.

Una estúpida navidad sin mi esposo y mi bebé, un fracaso de año nuevo, un completo enero sin ver su sonrisa y no había ninguna llamada de los secuestradores.

Los medios se enteraron del secuestro y habían sacado varias revistas con su foto en la portada principal para ver si alguien lo veía.

Una mañana, mientras hablaba por teléfono con Frank, pues iba a salir esa tarde para Seattle por unos días, pues había unas cosas que mi padre necesitaba que le ayudara, mi llamada fue interrumpida por una de Damen.

—Mazklan, acabo de interceptar una llamada, llamaron al sheriff del condado, un doctor en Detroit acaba de decir que recibió a un paciente con las mismas características que Milán, están a treinta minutos, veinte si el que dirige es Salkova— agradecí enormemente a Damen y Thomas que me estaba enviando la ubicación de la llamada, para que saliera de la habitación del hotel y alertara a todos los hombres de seguridad y los dos agentes que estaban en la sala.

Partimos rápidamente, cuando llegamos a lo que parecía un dispensario comunitario, el doctor salió diciendo que tenía unos minutos que se acababa de ir al mercado, antes de recibir instrucciones, Lucifer salió corriendo de la camioneta y se fue en una dirección.

—Yo voy— Dereck corrió en su dirección, mientras hablábamos con el doctor.

—Tienen que ser precavidos, al parecer no recuerda nada, hace unas semanas lo atendí por una herida en la cabeza, recibió sutura y el hombre con el que venía decía que se llamaba Andrea, sabía que eso no podía ser posible, Andrea era un chico alegre que murió hace un año, llame al sheriff, pero no hizo mucho caso, solo dijo que ya había ido a la casa de Leman y se había llevado al chico, pero hoy de nuevo vino y... —antes de que terminara de hablar, Salkova se tocó el oído, tratando de escuchar en su intercomunicador.

—Lo encontraron, encontraron a Milán —todos subimos a la camioneta, cuando llegamos a una calle frente a él, las camionetas habían aumentado, pues ya venían varias del FBI.

Entonces lo vi.

Estaba de espaldas cuando corrí en su dirección, pero lo reconocería en cualquier lugar, aunque con esas ropas viejas y desgastadas.

—¡MILÁN! — reacciono ante mi gritó, se quedó de pie, aunque unos segundo más tarde, giro lentamente y cuando nuestras miradas se cruzaron, me acerque a él, con un pensamiento en mente, ese hijo de perra que lo tenía iba a estar refundido en la cárcel, me dije mientras miraba su labio y moretones en la cara.

—¿Quién es? — preguntó desconcertado, retrocediendo un paso cuando iba a tocar su cara, mi corazón se estrujo, pero guarde esos sentimientos y sin que se lo esperara lo abrace.

—Estas bien amor, están bien— solo en ese momento me permití llorar, mientras lo abrazaba y sentía como mi bebé daba patadas de revolución.

—¿Qué está pasando? —preguntó con algo de pánico, pero aun así sin negarse a mi abrazo —¿Por qué estoy llorando? —me levanté de su hombro y noté que se estaba limpiando unas lágrimas de su rostro.

—Todo estará bien, fuiste secuestrado, pero ahora regresaremos a casa— dije mientras nos encaminábamos a la camioneta.

Antes de siquiera partir, tuvimos que ir a declarar, Milán no recordaba nada y no confiaba en nadie, hasta que los agentes le mostraron su documentación oficial y algunos artículos de revista en los que salía, incluso conmigo.

MAZKLAN +18Where stories live. Discover now