17. PAJUOS ENCERRADOS

Start from the beginning
                                    

Era otra pana que podía entender mi humor y la monda, así que por mí bien, otra cosa que debía agradecerle a Jimin.

Con quién, en ese momento, me quedé mirándolo mientras que la policía nos detenía en el camino hacia no sé dónde coño, y nos decía que debíamos devolvernos urgentemente a casa, que estaba prohibido salir ahora.

Una vaina loca de la que ninguno estaba bien enterado, pero de repente todo el país estaba en toque de queda.

Hoseok sí es salado, nojoda.

Íbamos camino a celebrar su cumpleaños a un lugar que habían alquilado, solo que ahora resulta que no, y Jimin manejó de vuelta hasta llegar a la residencia donde vivía junto a los demás chicos. Me imaginé que era por mera preocupación de no dejarlos solos, aunque esperé igual a ver si me iba a llevar a mi casa, no parecía ser que fuera a ir así la vaina.

Bueno, quien dice casa, verdad. El lugar donde me estoy quedando, mejor dicho.

—No entendí —dije bajando del auto cuando me abrió la puerta—. Bueno, yo no entiendo un coño nunca, pero ahora, ¿Qué habrá pasado? ¿Toque de queda?

Se encogió de hombros, acomodando los tapabocas de ambos porque no nos podían ver la jeta en caso de cualquier sapo por ahí, y me puso la mano en la espalda baja para empujarme suavemente a que empezara a caminar hacia la casa.

Era una vaina grandísima, cabían cuatro carros en la acera hasta que pudiera llegar al límite del terreno y siguiera la otra casa, que arrecho. Pasamos por el camino de ladrillos y él abrió con sus llaves.

—No lo sé, preciosa, espero que no sea algo grave, ¿Y si es por los enfermos que han estado saliendo en televisión? ¿No has visto las noticias? Vamos a prender el televisor para ver si dicen algo. Los chicos deben de volver aquí otra vez seguramente, les escribí para decirles que nos devolvieron y estaremos en esta casa.

—Si va —asentí con la confianza del mundo para sentarme en el sofá después de quitarnos los zapatos, cambiarlo por unas cholas y que él buscara el control remoto. Tremendo televisor, más grande que mis ganas de vivir—. No he visto nada de eso, la verdad, ni en Twitter ni en Facebook ni en ningún lado y las noticias no las veo en televisión porque no tengo.

—Pues llevan hablando de eso desde diciembre, bonita, solo que nadie le ha dado suficiente importancia, creo que fue este rumor de que alguien había comido murciélago y se propagó un virus que todavía no tenía una vacuna.

—Ay dios, no diga que es eso, ¿Será? Yo nunca le paro bolas a esas cosas, chamo.

—Esperemos a que lleguen los chicos, si hay toque de queda por ese virus significa que podrían anunciar también una cuarentena, les pedí que trajeran comida, quienes podían pasar por un supermercado, claro. Hay que ser precavidos. Namjoon y Jin traen a Layla y Jiyu, y tú estás conmigo.

Este cree que porque nos damos los besitos y nos chupamos la jeta ya somos qué o qué.

Ojalá, pero no.

—No si, el apocalipsis zombie entonces.

—No creo, bonita —soltó una risa, acariciando mi muslo mientras colocaba el número del canal de noticias. Que rico cuando uno usa falda y tiene un culito por ahí—. Solo que no hay que estar tan a la segura tampoco, si llega a haber una cuarentena, quien sabe cuánto tiempo tendríamos que estar sin salir de casa y es mejor tener cosas aquí, somos bastante.

—¿Por qué no me llevaste a mí habitación de hotel? No lo pagué para no estar usándolo, mamaguevo.

—Era más fácil venir aquí juntos, nadie va a hacer ningún problema por eso. Además, así te tengo vigilada —susurró, sonriendo mientras empujaba su nariz contra mi mejilla—, así no va a pasarte nada mientras estoy lejos.

EL JALABOLAS DE JIMIN, park jiminWhere stories live. Discover now