9. Llévame a casa

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Susurrando cerca de su oreja, le pregunté:

―¿Estás celosa, cariño?

"No seas codicioso" me advertí en la mente.

―No ―murmuró.

Sonreí.

―Ven conmigo un rato.

Ella asintió.

Tomé su mano y la llevé conmigo, mirando con súplica a sus dos hermanos que la acompañaban, pidiéndoles permiso. En ese momento, no era el director que poseía la mayor autoridad en la academia, ahora era tan solo un hombre que tenía a su esposa y sus cuñados en un solo lugar.

Fuera de la academia, en un pequeño balcón que guiaba a la salida, me detuve ahí con ella. Le solté la mano con cuidado.

Al hacerlo, dirigí mi atención a Margo, notando que ella miraba sus manos justo en el lugar donde la sostuve.

―¿Por qué estás aquí? ―pregunté.

―¿Eh?

―Quiero decir, no esperaba esto.

Era bueno verla, me gustaba demasiado. Un sentimiento abrumador me invadía justo ahora, múltiples cosas me gustaría hacer, pero debía contenerme.

Silencio.

―¿Quién es ella? ―quiso saber.

―¿Quién?

Ella arrugó la frente, disgustada.

―¿Amanda? ―inquirí, inseguro―. Ella es mi asistente.

―Asistente... ―murmuró―. ¿Eres cercano a ella?

Esta conversación era rara.

―No.

―¿Seguro?

―Completamente.

La expresión de Margo fue complicada. Cayó al suelo acuclillada, en una posición incómoda para ella. Me agaché a su altura, sonriendo por esa expresión linda que ahora tenía.

―¿Qué sucede? ¿Te duele algo? ―pregunté, preocupado―. Si los zapatos son molestos...

Ella soltó una risa, la seriedad con la que me trataba apenas unos minutos se evaporó, quedando los vestigios de alivio y tranquilidad en sus facciones.

Peiné su cabello, llevando algunos mechones de cabello detrás de su oreja.

―¿Has estado bien? ―quise saber.

Ella asintió.

―¿Ya cenaste?

―No.

―¿Qué te gustaría comer?

Ella me miró por primera vez, sintiendo que mi corazón se volvía un desastre justo ahora.

―Mmm, ¿sorpréndeme?.

Aparté la mirada, mirando hacia el interior del salón de banquetes que no quedaba muy lejos. Me levanté y le extendí mi mano derecha, esperando que la tomara.

―Conozco un buen restaurante cerca de aquí.

Margo vaciló ante mi comentario.

―¿Qué soy para ti, Thomas?

Su cuestión me tomó desprevenido.

―¿Qué quieres decir?

Margo miró a otro lado, lentamente retiró su mano de la mía. El vacío que sentí en mi corazón ante ese gesto fue brutal y doloroso. Quedé viendo mi mano alzada, sintiendo el frío que me invadió en donde hubo calor con su suave toque.

Seduciendo al chefWhere stories live. Discover now