9. Llévame a casa

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¿Qué hacía ella aquí?

Escuché a Mauricio soltar una pequeña sonrisa.

―Finalmente apareció esa mujer ―dijo con voz neutra―. Me iré en silencio, no me decepciones y ve por ella.

¿Ir por ella?

Permanecí en mi sitio, inmóvil, incapaz de moverme.

Ve por ella.

Introduje mis manos en los bolsillos, y seguí observándola. Se veía hermosa, quería esconderla de la mirada curiosa de los invitados.

Margo Ann emitía una arrogancia distante, como si cada ser vivo fuera rechazado de su mundo y nada pudiera entrar en sus ojos. Esta distancia no se originó a partir de una personalidad indiferente, parecía que no hubiera una persona u objeto que ella no menospreciaran.

Por supuesto, su aura hacía que la gente se sintiera incómoda; era por esta razón que Margo solía ser malinterpretada. Tenía una mirada fría y orgullosa.

La personalidad de Margo siempre fue difícil, pero haberse ido con su abuelo, que era igual de arrogante, parecía que su nivel incrementó de manera exponencial. La apatía profunda que mostraba cuando miraba a la gente no parecía fingida.

Sonreí, seguía siendo encantadora.

―¿Quién es ella? Llamando la atención de esa manera.

Esa voz me sacó de mis pensamientos, obligándome a dirigirle a la dueña una una mirada de disgusto.

―Thomas Lozano... ―Escuché otra voz familiar. Una voz que era encantadora, luego silencio, me concentré en escucharla y todo lo demás desapareció―, caminé mucho tiempo con estos tacones altos, te busqué pero no te encontré en ningún lado. Estoy cansada, ¿no vendrás a encontrarme?

Me giré a verla, no estaba demasiado lejos, las personas se abrieron paso entre nosotros casi al instante, como pidiendo un encuentro para los dos. Era una situación peculiar. Margo que no le interesaban las muestras de afecto en público, extrañamente elevó la voz para pedir que la viera.

Noté a Dustin mirar a otro lado con indiferencia.

Dispuesto a marcharme para encontrar a Margo, Amanda tiró de la punta de mi traje, deteniéndome.

―Sobre lo que me pediste antes... ―empezó a decir.

Tiré de mi traje de sus dedos y la acomodé antes de dirigirme a ella con un tono frío.

―Hablaremos de eso en mi oficina mañana.

―Pero...

La ignoré por completo y me dirigí hacia Margo. Miré a los lados, notando la mirada extraña de los estudiantes, profesores e invitados.

―¿Quieres ir a otro lado? ―pregunté.

―¿Por qué no hablamos aquí?

―¿Frente a estas personas?

―No querrás decir, ¿frente a ella? ―Alzó la barbilla con disimulo, señalando detrás de mí.

Miré de reojo sobre mi hombro, notando a una mujer rubia mirando la situación. Conecté las escenas en mi mente y llegué a una conclusión atrevida, no quería extenderme demasiado pensando en cosas absurdas y poco características de Margo.

Me acerqué un poco más, reduciendo el espacio que nos separaba. Con cuidado, tomé su mano con la mía, dejando un beso suave en su muñeca. Luego tiré un poco, despacio, lo suficiente para tenerla frente a frente.

Seduciendo al chefOnde as histórias ganham vida. Descobre agora