5.5. Platillo favorito

2.2K 271 127
                                    

MARGO TORRESSELLI


El señor Torresselli era un hombre muy receloso, me recordaba a mis hermanos pequeños a menudo. En los banquetes a los que asistíamos, cuando un hombre se me acercaba a coquetear, no dejaba de analizarlo con la mirada, él los miraba como moscas molestas.

―Oh, querida, ¿no te cansas de ser tan perfecta? ―me repetía varias veces―, incluso las moscas asquerosas creen que pueden conseguir a mi preciosa nieta. ¡Que molestos!

A lo que respondía con simpleza.

―Abuelo, no olvides que ya tienes un nieto.

Casi podía verlo sonrojarse...

―Tienes razón, tus hermanos no se quedan atrás.

Solté una pequeña risa.

―Me refería a Thomas Lozano ―aclaré, incrédula.

La reacción del señor Torresselli figuraba en lo esperado. La mención de Thomas era inconcebible y difícil de escuchar.

―No considero a ese... niño parte de mi familia. ―Se limpió la boca con la servilleta blanca, disgustado. Solté un suspiro, al menos conseguí que Thomas pasara de ser llamado "bastardo", "mocoso", "insecto" a simplemente recibir el nombre "niño".

Incluso mis adorables hermanos se atrevieron a seguir el señor Torresselli como si nunca hubieran sabido una verdad más grande. No peleaba, no exteriorizaba mi molestia, pero en el fondo me ofendía muchísimo. Actuaba como si no me importara. Esos comentarios los ignoraba, porque no existía mejor forma de manifestar mi ira que actuar en silencio.

Al parecer, los ignoré demasiado que ellos pronto mejoraron su vocabulario. Las suposiciones eran correctas, mis hermanos y mi abuelo que me adoraban, responderles con silencio les iba doler hasta el alma.

―Pero es mi esposo ―le dije.

El señor Torresselli iba a replicar, pero una llamada nos sorprendió. Mi teléfono sonó por enésima vez, olvidé cuantas veces sonó este día. Comenzaba a hartarme.

―Ve a atender la llamada.

No era necesario. Deslicé mi dedo por la pantalla, rechazando la llamada sin pensar.

―¿Quién es?

―Alguien molesto, nada importante. ―Sorbí un poco de agua, restándole importancia al asunto.

―¿Quieres un cambio de número?

Era una opción que comenzaba a considerar con seriedad. No importaba la hora o el día, si silenciaba el teléfono o no, la pantalla se llenaba de múltiples notificaciones molestas.

Tenía el teléfono sobre la mesa cuando una nueva llamada entró, tomándome sorprendida, no esperaba que fuese tan pronto. En los días anteriores al menos había unos minutos de diferencia entre cada llamada. Sin embargo, no fue la diferencia de tiempo lo único que me sorprendió, sino los cuatro dígitos que aparecieron.

Mi corazón dio un respingo al notar el significado que tenía esa serie de números. Era la fecha de mi boda con Thomas Lozano.

¿Por qué?

La llamada murió en mis manos. No me atreví a tomarlo por miedo, por la sorpresa y por los nervios. Me mordí el labio inferior, de pronto con un sentimiento pesado en mi corazón. La ansiedad que permaneció inhibido comenzaba a despertarse a causa de algo tan simple como una llamada. ¿Debería haberle respondido? ¿Volvería a llamar?

Seduciendo al chefWhere stories live. Discover now