Ocho: Los ojos

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Me adentré lentamente por el sinuoso túnel de piedra, penetrando cada vez más y más la montaña. Todo se había oscurecido durante un corto tramo, en donde solo se podía percibir un agudo olor a humedad y eses de murciélago.

Al ir avanzando, cerca de lo que parecía la mitad de aquel túnel rocoso excavado en la montaña, se comenzaron a vislumbrar algunas antorchas empotradas en las paredes, separadas una de la otra por aproximadamente tres metros de distancia. Crispaban con suavidad y sus luces ondeaban con calma por la cueva, otorgándole al lugar una atmósfera cálida. Pero nada de aquello era cálido en lo más mínimo. La cueva era muy alargada y parecía no tener fin, sin mencionar que la humedad se hacía más presente con cada paso que avanzaba. Era como si me estuviera adentrando lentamente en la garganta de una bestia dormida, esperando a que llegara al punto dónde pudiera engullirme en la oscuridad absoluta.

Las paredes se comenzaron a cernir a mi alrededor y el pasillo comenzó a hacerse cada vez más estrecho; solo lo suficiente para que pudieran pasar unas dos personas, paradas una junto a la otra.

Doblé una esquina y más antorchas emergieron entre las penumbras, alejadas a unos cinco metros de mi posición. ¿Adónde carajos iba ese túnel?

Comencé a avanzar y el pasillo volvió a hacerse más amplio, retomando nuevamente su tamaño de antes, amplio y espacioso, capas de albergar a una pequeña multitud de cavernícolas. Luego, comenzaron a aparecer cosas extrañas en las paredes; marcas, pinturas con los dedos, manchas de sangre: todo iluminado por una tenue y ondeante luz rojiza.

Parecían dibujos del ritual de los lobos, imágenes plasmadas de lo que solían realizar en aquel festival salvaje. Aparecían las imágenes de varios personajes, hechos de forma arcaica y muy simple, con brazos y piernas de palillos. Se apreciaba la representación de la luna llena en el cielo, y, debajo de ella, un grupo grande de personajes de palitos con orejas, garras y piernas invertidas. Eran los lobos. Todos rodeaban a dos figuras; uno que representaba a otro licántropo, y el otro, era la representación de un muñequito con cabello largo: una chica.

Las imágenes continuaban en lo que parecía un fotomontaje, un proceso creativo para describir el ritual.

La primera imagen era el ritual. La segunda, era la luna en su punto más alto, donde se veía enorme y completamente rellena con un color rojo. La tercera imagen parecía una especie de danza entre el hombre lobo y la chica. Pero la cuarta, aquella image le daba sentido a la anterior. Era la imagen de el hombre lobo con la cabeza de la chica colgándole de una mano, mientras el cuerpo de está yacía en el suelo, desangrándose, mientras el círculo de lobos que la rodeaban, alzaban sus manos en señal de vitoreo, de celebración.

Luego. La última imagen. La que causó que mis entrañas se revolvieran y comenzará a sudar frío. Todos los lobos se comían a la chica. La despedazaban entre todos y degustaban su carne, manchando el suelo con sus entrañas y sangre.

Me incorporé, recuperando mi postura recta y me obligué a seguir avanzando.

Teníamos que salir de allí. Y tendría que ser en ese instante.

Continúe avanzando y las antorchas crispantes fueron iluminándome el camino, mostrándome el suelo polvoriento bajo mis pies descalzos. Luego, todo se convirtió en algo más extraño, más aterrador incluso.

De las paredes, a ambos lados del camino, clavadas a las paredes como si se trataran de ídolos crucificados, se encontraban cuervos con las alas extendidas y desprovistos de sus diminutas cabezas de ojos azabache. El pasillo continuaba largo a sus anchas, pero aquellas aves degolladas iban creando una espantosa decoración que no se terminaba hasta el final del túnel, que llegó hasta una cámara redonda de piedra. Al llegar allí, habían más pájaros decapitados colgados de las paredes, como crucifijos; habían algunas antorchas y velas rojas, estas estaban colocadas sobre una mesa, donde reposaban con su luz danzante sobre cráneos humanos y de animales.

En La Profundidad Del Bosque (I)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant