Veinticinco.

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Donghyuck no podía dormir. Su mente iba a millón, como un saltamontes, saltando de un asunto a otro; Jeno, sus padres, la escuela, Minhyung y el interminable problema de su amistad rota. Le parecía que cada cosa era más idiota que la otra, y se creía más idiota él por sentirse ahogarse con cada una de ellas. Se suponía que esos debían ser los mejores años de su vida, así como en las películas americanas o los dramas de romance que tanto le gustaban, pero se sentía desorientado, absoluta y totalmente abrumado por todo el mundo. 

Se suponía que ya había "arreglado" las cosas con Minhyung y eso era un avance, pero, ¿en verdad se había arreglado? ¿Y qué significaba de todas formas? ¿Qué cambio hacia que volvieran a hablarse después de tanto tiempo? No sería lo mismo, ya no era lo mismo y ya estaba acostumbrado a no tenerlo cerca, a no hablarle. La idea de que el mayor quisiera ser su amigo otra vez era más que rara. 

El momento de su charla había sido intenso, demasiado para dos personas que sabían demasiado y a la vez tan poco de la otra, había sido como volver a abrir una vieja herida y que el dolor siguiera igual que cuando se había provocado. Donghyuck suponía que Minhyung se sentía igual de raro y desubicado que él. Ese era un plotwist que ninguno había visto venir, o eso asumía. En el camino de regreso ninguno pronunció palabra. Minhyung ni siquiera se quejó de que la comida haya permanecido intacta, o había hecho algún comentario sobre su regreso a la casa. Sólo sabían que tenían la conversación con sus padres pendiente. 

Al llegar con Jeno, que milagrosamente seguía esperando por él, dentro de una tienda de conveniencia, su novio había mirado mal a Minhyung, incluso mientras este se alejaba, y Donghyuck había insistido para que no preguntara por lo que había pasado. No tenía palabras para explicarle y creía que sería mejor hacerlo cuando él mismo acabara de procesarlo. 

Cansado de dar vueltas y vueltas en la cama, Donghyuck se levantó y fue a la cocina, decidiendo que quizás un vaso de agua tibia era lo que necesitaba para calmarse y lograr dormir. No funcionó, porque siguió peleando con las sabanas al volver a la cama y cuando finalmente pareció lograr quedarse dormido, su hermano entró a la habitación para despertarlo, alegando que se le haría tarde para las clases si no se levantaba. 

—¿Puedo no ir? —se quejó Donghyuck, y solo recibió regaños de Taeyong, que le palmeaba el trasero por encima de las sábanas y se negaba a tenerle piedad.

—Ya faltaste ayer, así que no. Levanta, patito, que ya hice el desayuno. 

Con fuerzas logró levantarse y arrastrarse a la ducha; sentía su cuerpo pesado y adolorido, la falta de sueño había logrado evidentes problemas en él, pero sabía que debía ir a la escuela, incluso si eso significaba una tortura. Después de ducharse y vestirse, se reunió con Taeyong en el comedor para tomar el desayuno, preguntando por Seulgi que no estaba presente.

—Ella se levantará más tarde, y hoy debe ir por Emerald a su campamento así que, es mejor que descanse. 

Recordó entonces al perro de su hermano, que habían enviado al campamento para perros y casi sintió envidia de que su cuñada si pudiera dormir hasta tarde y él no. A Seulgi le quedaba bien eso de no tener tantas responsabilidades y él deseaba lo mismo, quizá para cuando tuviera su edad podría ser igual. Taeyong lo mantuvo distraído durante toda la comida y para cuando Donghyuck salió a la calle, listo para ir a la parada de buses, se sorprendió de encontrar el viejo ford de la madre de Lucas estacionado en la calle frente al edificio. 

Había dudado, pensando que era imposible que fuese su amigo, pero justo cuando estaba por pasar de largo y cruzar la calle, un fuerte pitazo le advirtió que no eran engaños. Lucas sacó su cabeza por la ventana, sonriendo abiertamente y con el cabello rubio al viento, su codo apoyando sobre la puerta mientras le tocaba la bocina otra vez. Donghyuck sonrió para sí mismo. 

No digas Nada ➳ Nohyuck/Markhyuck.Where stories live. Discover now