dieciseis.

1.3K 211 119
                                    


Era tarde, pero Donghyuck simplemente no podía quedarse dormido, incluso si lo intentaba. Por más ovejas que contase o si practicaba aquel ejercicio de respiración, no había manera en la que su cerebro se rindiera y le diera un descanso; había sido un día largo, demasiado largo y los músculos le dolían demasiado debido al entrenamiento, así que él creía merecer un descanso. Pero al rodar por quien sabe cuanta vez en la cama, y seguir todavía con los ojos muy abiertos y ni una milésima de sueño, Donghyuck se dio cuenta de que sería una de esas noches y se dio por vencido. 

 Sacudiéndose las cobijas de encima y levantándose de la cama, Donghyuck atravesó su habitación y se sentó frente al teclado que mantenía en una esquina. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había tocado algo, su horario consumía su tiempo después de todo, pero esa noche se sentía irremediablemente atraído hacia el instrumento. No entendía el por qué del todo, pero esperaba que tocar alguna canción pudiera calmar sus pensamientos y relajar su cuerpo, lo suficiente para conseguir algo de sueño. 

Tardó poco más de un minuto en encender el teclado y ajustarlo, y sus dedos recorrieron cada tecla con delicadeza sin llegar a presionar alguna. De niño había practicado durante algunos años, los suficientes para que algunas canciones estuvieran grabadas a tinta en su cabeza y para que sus dedos se movieran gráciles sobre las teclas sin mucho esfuerzo. Sin darse cuenta sus manos se movieron solas, empezando una canción que había permanecido oculta en las profundidades de su cabeza por un largo tiempo y continuando con otra y otra, mezclando cada composición entre si de manera inconsciente. 

Tan absorto estaba en su música que no se dio cuenta cuando la puerta se abrió tras él y una sombra se coló dentro de su habitación. Solo cuando sus dedos se detuvieron y un suspiro escapó de sus labios, Donghyuck miró hacia atrás y encontró a Minhyung apoyado contra la pared a un lado de su armario, con los brazos cruzados y los ojos cerrados. Casi como si pudiera sentirlo mirándolo, Minhyung abrió los ojos y conectó su mirada con la suya, Donghyuck alzó una ceja, preguntando silenciosamente por qué estaba ahí.

—Había olvidado lo perfecto que eres en todo —dijo Minhyung en su lugar, ofreciendo media sonrisa y descruzando los brazos para meterse las manos a los bolsillos del pantalón de pijama. 

—No eres quien para hablar —respondió Donghyuck por lo bajo, y antes de que el otro pudiera comentar algo al respecto, tomó una postura defensiva sin siquiera levantarse y preguntó—. ¿Por qué estás aquí?

—No podía dormir, y cuando te escuché tocar... No sé —el mayor se encogió de hombros y se aventuró, tomando la silla del escritorio y acercándola al teclado para sentarse junto a Donghyuck—. Quise venir. 

—No era una invitación. 

—Lo sé. 

Minhyung no lo estaba mirando, muy concentrado en tocar una tecla al azar del teclado de manera repetida, perdido en el sonido que hacia. Donghyuck en cambio si lo miraba fijamente, pensando que si se concentraba bien podía lograr que la cabeza ajena estallara en llamas o algo parecido. Realmente no quería que el mayor estuviera en su cuarto.

—Cambiaste el color de las paredes.

Donghyuck no esperaba el comentario —no esperaba nada de Mark si era honesto—, y mucho menos que Mark notase algo como eso. El color de las paredes, pensó Donghyuck y miró alrededor, a su cuarto en penumbras, como si recién acabase de notar que el color de sus paredes era diferente. Estaban pintadas de verde agua y llenas de fotografías con sus amigos, en la playa, en la escuela, en el parque, riendo y haciendo caras ridículas. En algún momento también había tenido fotos con Mark, pero estas se habían ido cuando el color había cambiado.

No digas Nada ➳ Nohyuck/Markhyuck.Where stories live. Discover now