Capítulo 2: Puñetazo

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''¿Se refiere a sangre sucia?'' Preguntó, sacando a relucir el término derogatorio. ''Parece muy convencida con esa suposición''

''Le advierto, señor Malfoy'' insistió. ''Sólo esta haciendo las cosas más difíciles para usted y si continúa actuando de esa manera...''

''Acabe de una vez con esto'' gruñó, frotando sus ojos. Los chillidos de la sangre sucia le provocaban dolorosas palpitaciones en su sien, y el calor estaba arrullando sus párpados caídos. Verdaderamente necesitaba dormir. ''Son casi las tres de la mañana y me gustaría descansar algo''.

''Y estoy seguro que le gustaría hacerlo en una cama'' dijo lentamente, mirándole. ''Sé que no ha tenido una cama desde hace tiempo, señor Malfoy''.

''¿A dónde quieres llegar?''

''Si insiste en hacer las cosas más difíciles de lo que deberían, empezó, dando un par de pasos hacia el armario de los gritos. ''Entonces puede que decida no dejarle dormir en la cama, o usar la ducha, o alomejor debería...''

''Ya lo pillo'' dijo frunciendo el ceño, lanzándole una mirada repugnante. ''Simplemente acaba con esto''.

''Le haría bien aprender modales'' le aconsejó, finalizando la corta distancia hasta la puerta del armario.

Con un suspiro calmante atrasado, la directora tiró para abrir la puerta y frunció el ceño cuando vio el desastre. La lucha de Hermione había golpeado varias baldas, y la joven bruja se había ganado unos cuantos moratones procedentes de la lluvia de libros. Ella finalizó su pelea cuando se percató de la presencia de McGonagall en el marco de la puerta, su pecho acelerado contra la túnica. La bruja canosa inclinó su varita para levitar a Hermione hacia su despacho y suspiró cuando su estudiante recomenzó sus intentos por liberarse.

Draco resistió las palabras burlonas que le molestaban la lengua por el bien de una noche cómoda. Granger parecía como si el infierno hubiera hecho gárgaras con ella y luego la hubiera escupido; su caótico pelo enjambrado alrededor de su cara como si fueran hojas de otoño, y sus ojos tintados de rojo que parecía una oveja privada de sueño. Bien. Él estaba contento de saber que ella estaba sufriendo. Contento de que alguien más lo estuviera.

''¡Suéltame estas cosas!'' gritó, sus ojos hinchados por las lágrimas, mientras flotaba unos cuantos centímetros del suelo.

''Necesito que se calme señorita Granger''

''¡No me calmaré!'' se negó, su voz temblando y asustada. ''¿Qué demonios...''

''Prometo que explicare todo'' intento calmar la profesora. ''Necesito que te calmes, Hermione. Por favor''.

Dio seis largos respiros y se tragó la angustia encajada en su garganta. Aún no lo había visto. ''Vale'' murmuró. ''Vale, pero por favor quíteme estas cosas''.

Tras un momento de duda, McGonagall retiró el encantamiento, y los pies de Hermione aterrizaron en la tarima con un pequeño golpe sordo. Acarició sus palmas en las líneas que le habían dejado las cuerdas y estudió a la mujer mayor como una extraña. Tosió disimulando un confundido sollozo y dio una cautelosa mirada hacia el centro de la habitación, obviando que se había movido más cerca de Malfoy.

''¿Por qué estaba Snape aquí?'' preguntó finalmente, decidiendo que el silencio era demasiado irritante.

''Antes de que le cuente nada'' empezó McGonagall. ''Tiene que entender que no puede revelar esto a nadie. Ni siquiera al señor Potter o al señor Weasley''.

Hermione cambió su postura y apretó los labios, analizando la situación en su cabeza. Las palabras de McGonagall no presagiaban nada bueno; ella le contaba todo a Harry y Ron, y el raro comportamiento de la profesora en los últimos minutos la desconcertó. Sus ojos color pardo claro se apartaron, con la necesidad de concentrarse en algo más, y fue cuando lo vio.

ISOLATION | Dramione - TraducidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora