6:Luciérnagas de media noche.

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No sabía que había sido peor, que Himawari llorara o que ella se hubiera quedado sin saber que hacer.

Miles de ideas rondaban su cabeza, entre ellas la culpa de escuchar los llantos de la pequeña horas atrás.
Vaya que Hinata sabía ser inoportuna.
Ya no podía negar que lo que sentía por la Hyuga era odio, odio puro, un terrible odio hacia su insensible corazón que había sido capaz de abandonar a su familia.

Ino sonrió inconsciente.

Una espectacular familia ciertamente, tan bella y divertida. Cálida. Llena de amor.
Una corriente de aire nocturno jugó con su flequillo, las finas hebras de  hierba azulada por la luz de luna bailaron al compás del viento, los grillos cantaron escondidos en las hojas de las flores y un búho ululo entre los árboles del bosque que colindaba con el campo trasero de la residencia Uzumaki.
Maldijo una y mil veces a Hinata, al fin esa noche se había sentido parte de ellos, siempre se sentía así, pero esa noche se había sentido parte oficial de la familia Uzumaki, su familia. Y la maldita esa había aparecido arruinando todo.

Dejó escapar un suspiro que se fundió con los sonidos de las hojas agitarse en las ramas.

No pudo conciliar el sueño después de cenar, habría preferido volver a su casa pero Himawari le rogó que se quedará a dormir esa noche con ella. Tampoco se pudo negar a eso.
Después de cantarle una cuna a la niña y que el maldito Tic Tac del reloj en forma de rana que reposaba sobre la cómoda le taladrara el cerebro, decidió ir a beber un poco de agua, pero al ver el cielo despejado y lleno de estrellas supo que no debía de dejar escapar una oportunidad como esa.

Y ahí se encontraba, sentada en las escaleras traseras de la casa, mirando el cielo con una manta cubriendo sus hombros y espalda del frío.

Las estrellas brillaban y ese brillo se reflejaba en sus ojos, la luna no se quedaba atrás pues parecía una perla que sobresalía en un mar negro. Tenía la sensación de haber estado allí una vez, pero eso era imposible, ella no había ido a la misión de rescate de Hanabi.
Tal vez sólo era ese magnetismo que la luna creaba, su belleza tan cautivadora calmaba cualquier preocupación, calmaba su corazón. Y quien sabe, tal vez su alma si había estado allí, antes, al final de cuentas un alma es energía y la energía viaja por todas partes pero nunca desaparece. Sólo se transforma.

Justo como los sentimientos.

Por ejemplo: Su amistad con Sakura se había vuelto rivalidad.

Su admiración por Hinata en odio.

Su aprecio por sus compañeros de equipo en hermandad.

Su cariño por Naruto en...

-No de nuevo.

Amor.

Sus mejillas se sonrojaron del bochorno que le provocaba pensar en el hombre al que miraba todos los días, de una manera más íntima.

¿Cuánto tiempo hiba a poder seguir ocultando ese sentimiento?

No tenía idea. De lo que estaba segura era que cada vez le era más difícil hacerlo, ¿y cómo no? Si Naruto era tan lindo y caballeroso con ella, sabía que estaba mal interpretando la cortesía y amabilidad tan característica en él.

Pero es que era muy difícil no hacerlo. O Naruto era un imán de corazones, o ella estaba locamente enamorada.
La segunda era más acertada que una flecha en el blanco.

Volvió a suspirar con más fuerza, ese hormigueo que se manifestaba en su estómago cada vez que estaban juntos, la hacía sentirse como una adolescente de nuevo.

Los chillidos de la madera bajó los pasos lentos de alguien a su espalda la obligó a quedarse quieta, giro el rostro lentamente encontrándose con Naruto en el marco de la puerta.
Tenía los ojos semi abiertos y el cabello revuelto, llevaba puesta una pijama de dos piezas naranja suave, un calcetín verde y otro rojo.

-¿Naruto?

-Aquí estas -Murmuró con voz ronca, caminando hasta donde se encontraba y sentándose a su lado-. Por fin te encontré.

-Lo siento, es que no podía dormir...

Naruto movió la mano restándole importancia al asunto, sin darse cuenta recargo un poco su hombro con el de Ino, de verdad estaba cansado pero al cerrar los ojos la soledad del cuarto lo volvía a despertar.
Ino sintió el ligero temblor del cuerpo de Naruto, estiró un poco el brazo y puso parte de la manta sobre él para cubrirlo. Regresó la mano a su regazo y dejó que Naruto recargara su cabeza en su hombro.

Los sonidos nocturnos envolvieron el ambiente.

-El pasto está muy alto, mañana lo cortare -Dijo Naruto con la mirada fija en este.

-Bien.

-Hoy no tuvimos la mejor cena, pero la disfrute.

Ino rió.

-Sí, aunque la pizza estaba fría para cuando llegamos.

-Al próxima que vayamos la comeremos ahí.

-¿Y... si Hinata?

-Sí Hinata vuelve a aparecer no me importa, ya no.

Y no mentía. Al menos a él no le importaba, tampoco negaba que todavía sentía una pequeña punzada de dolor al recordarla. Pero eso era otra historia.

Unas pequeñas luces emergieron de la hierba alta, volando en diferentes direcciones y con lentitud.

-Mira Naruto -Ino alzó el dedo índice señalando los puntitos dorados.

-¿Qué son?

-Luciérnagas.

Ambos sonrieron, despacio Naruto pasó un brazo por los hombros de Ino atrayendola a sí, la chica tuvo que disimular el calor en sus mejillas y temió que Naruto sintiera el desbocado latir de su corazón.

Guardaron absoluto silencio, apreciando la hermosa vista que les proporcionaban los animalitos esos.

El búho volvió a ulular y los grillos cantaron más fuerte, como si esto fuera una señal, las luciérnagas se esparcieron un poco más cubriendo el campo.

Parecía que el cielo había bajado a ellos...

Bajo la tenue y parpadeante luz dorara. Ino y Naruto se miraron. Y no había sido intencional.

Era como sí sus ojos se buscarán a cada momento, como sí rogaran conectarse en la mirada del otro, enlazar sus almas en esa conexión que sólo ellos tenían. Y sólo ellos comprendían.

Miles de secretos reflejados en las pupilas del otro. Tantos misterios y emociones que los tentaban a ir un poco más haya de los límites.

¿Pero qué pasaría si rompían esa barrera invisible ante los ojos, y tan clara para el corazón?

Temían qué cruzar esa frontera los llevará a destruir los bellos sentimientos que compartían.

Aún qué bien dicen que algo prohibido, crea más tentación.

No fueron conscientes de cómo sus corazones se sincronizaron, pero así fue.
Ino subió las manos al pecho de Naruto, este no soltó su agarre, sólo lo bajó hasta la cintura de la chica y allí se quedaron.

Descubriendo sin palabras el alma del otro.

Dentro el reloj de la sala marcó las doce en punto de la noche.

Y el fulgor de las luciérnagas se intensificó.

Sólo la luna, las estrellas y el bosque fueron testigos de ese amor bajo la luz de las luciérnagas de media noche.

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Hola!!!

¿Les gustó el cap?

Tal vez fue muy empalagoso pero ya era hora de poner un poco de romance entre estos dos tortolitos. 🐳

JAJA, gracias por haber leído y nos leemos pronto. 🌻🐝

Papá soltero✔ Hija prodigio✔ Y...¿¡Mamá sustituta!?✔Where stories live. Discover now