Capítulo V: Demonios en Brisaboscosa

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Las tropas formaron y se prepararon para el ataque final, los enemigos, viendo toda la agitación, se prepararon para el ataque inminente. Ter-Olon, con un fuerte grito de batalla y lanzando una bola de fuego al cielo, dio inicio a la batalla. Runi de nuevo había sido rodeado por sus fieles guerreros grolls y encabezaron el ataque. Los seguían Ter-Olon y el resto del ejército. Keldarion y Baria quedaron más retrasados. Runi llegó a la barricada y comenzó la lucha.*

Las tropas de Ter-Olon impactaron contra las barricadas y los grolls, gritando y maldiciendo, acababan unos con otros en un tira y afloja por cada palmo de la ciudad. Runi y sus guerreros grolls ya habían echado abajo la barricada y ganado algunas puertas. El poderoso midgol se encontraba ahora luchando al lado del enano y los enemigos salían volando ante la poderosa unión de fuerza bruta y destreza. Baria caminaba por encima de los grolls aliados disparando a todos los midgols enemigos que veía. Keldarion aún no había comenzado a luchar, estaba en segunda línea, curando con poderosos conjuros a los heridos que eran traídos por sus camaradas.

La lucha continuó muy reñida durante casi una hora. Parecía que todos los frentes estaban saliendo victoriosos. Las fuerzas enemigas, paso a paso, empezaban a perder algunas calles.

—No podemos tomarnos tanto tiempo, pequeño enano, vamos a comenzar a luchar en serio—dijo Ter-Olon.

El viejo rió y empuñó con fuerza su maza. El arma brilló con más intensidad, al igual que los ojos del enano, que cargó con más ahínco. Los más débiles corrían asustados, mientras que otros eran aplastados. Ter-Olon lanzó poderosos hechizos que aniquilaron enormes cantidades de enemigos. Después saltó a pocas puertas del enano, destrozando y mutilando a los grolls con sus poderosos tridentes. Aquello parecía una competición para ver quién terminaba con más defensores. Ganaron rápidamente varias calles y llegaron a una gran avenida donde una contraofensiva los sorprendió. Su avance quedó frenado momentáneamente. Keldarion, que observaba desde lejos, trepó con increíble agilidad hasta uno de los tejados que daban a la entrada de la avenida donde Runi y Ter-olon estaban siendo superados ampliamente en número. El jadesiano se concentró durante unos segundos y pronunció un largo conjuro. Una lengua de fuego, rápida como un látigo, barrió e incineró a gran cantidad de enemigos. Fue suficiente para ganar terreno en la gran avenida y que las fuerzas se igualaran. Keldarion saltó junto al enano y el líder midgol.

—Tomaos un descanso, necesitaremos que estéis frescos para cuando lleguemos a la plaza —dijo el jadesiano.

—¿Descanso? ¡Yo no estoy cansado! ¿Cansado yo? —refunfuñó el enano mientras continuaba luchando.

—Yo ni siquiera estoy esforzándome —comentó Ter-Olon.

Realmente ambos estaban bastante agotados, habían encabezado el ataque durante varias horas a un ritmo verdaderamente frenético. Keldarion insistió y ambos se retiraron a segunda línea cargando con algunos heridos.

Esta vez con el príncipe en cabeza, la lucha continuó. Keldarion, con sus dos poderosas espadas y su rapidez jadesiana, decapitaba a los grolls sin que estos supieran por donde había venido el golpe. Poco a poco la avenida se iba llenando de guerreros aliados mientras los enemigos se esforzaban por impedir el acceso a la plaza que se encontraba al final.

Baria corría por los tejados y apoyaba aquellos frentes donde la lucha era más dura. Un pobre groll, de tamaño algo menor a lo normal, había sido puesto a cargo de un pequeño carro repleto de flechas del que él mismo tiraba. Su misión era seguir y asegurar la munición de la arquera, pero se encontraba exhausto, ya que tenía que correr por tierra lo que la mujer corría por los tejados. Aún así, Baria siempre daba con él para recargar su carcaj.

Uria I: La torre y el enanoNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ