Capítulo 44

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Ela

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Ela

— Es hora de que te vayas — hable en un tono suave para que no se despertara bruscamente, le moví el cuerpo con suaves empujes que di con mis manos.

— Cinco minutos más — dijo el aún adormilado.

— Mamá está por llegar, no debería encontrarte en mi cama semidesnudo — advertí y él soltó una pequeña risita.

— No hay culpas nena, solo me dejaste agotado — sentí como un calor subía a mis mejillas y las teñía de rojo ante el recuerdo de lo que hicimos unas horas atrás.

— Hablo en serio o acaso ¿quieres que te castré?

— Ningún hombre en su sano juicio quisiera eso.

— Al menos ponte ropa; no hay problema de que estés conmigo, solo no muestres mucha piel.

— Como mandes — se sentó en la orilla de la cama y estiró sus brazos, no pude evitar ver sus músculos de la espalda y ver cómo se contraen ante su estiramiento. Tampoco aparte la vista cuando empezó a ponerse las prendas de ropa y antes de ponerse el vaquero ver cómo sé reacomodo el pene dentro del boxer... Simplemente provocativo.

» Tu también deberías ponerte ropa — dijo de repente y casi se me olvidaba el hecho de que estaba en sujetador y bragas.

Tome la blusa y los vaqueros qué horas antes él me quitó, me puse la ropa con rapidez; era en serio que mi madre llegaría en menos de diez minutos, sabía por qué llamó a avisar de que ya iba llegando.

— ¿Los condones?

— Los metí en una bolsa aparte y los eche a la papelera como me indicasteis — organice las cosas que había en el suelo y tendí la cama, revisé que la ventana estuviera abierta para que saliera el olor a sexo, si antes no había salido, ahora debía salir sí o sí.

— Si pregunta eres mi amigo gay. Viniste por qué tienes una pena amorosa ¿Entendido?

— Sí, soy tu amigo gay con el que follas.

— No, solo la primera parte.

— Lo sé, es broma. No quiero salir de aquí sin mis preciados testículos.

Revisé que no quedaran cosas fuera de lugar, me puse una medias y me subí a la cama.

— Todo irá bien — trate de tranquilizarlo, no se dé que se estresaba... No había de qué estresarse o ¿Sí? — además, eres encantador a lo mejor y se vuelven amigas — trate de no reírme pero se me salió, está se le pegó a Noah. Tenía una risa encantadora.

— ¿Me invitas a cenar?

— Por supuesto, pero eso vale.

— ¿De cuánto hablamos?

— Algunos besos, antes de que ella llegue.

— Suena tentador — Dios mío, cómo podía subir la temperatura tan rápido. Antes de que nuestras bocas se unieran se escucharon las llantas de un carro, instintivamente me asomé por la pequeña ventana y estaba mi madre en su carro.

— Toca dejarlos para luego, acaba de llegar mi madre — le avisé y salí de mi habitación para ir y abrir la puerta, traía una bolsa grande con compras.

— Hola mamá — saludé y recibí la bolsa que traía — ¿Qué tal el trabajo?

— Como siempre, algo pesado...¿Cómo te fue en el instituto?

— Bien.

— ¿De quién es ese carro que está estacionado afuera? — pregunto curiosa en lo que íbamos a la cocina.

— Bueno, es que vino un amigo o bueno una amiga por qué no se sentía bien del corazón, ya sabes.

Recogí las bolsas que llevaba y la acompañé hasta la cocina en lo que sacabamos las compras y se acomodan en sus respectivos lugares. Ella siempre ha sido muy organizada con eso.

— Buenas tardes — saludo alguien desde la puerta de la cocina, esa imagen que proyectaba era demasiado varonil — Un placer, soy Noah — se presentó tendiendole la mano a mi madre.

— Mucho gusto Noah, soy Martha — se apretaron las manos en un gesto cordial — Estás seguro de que eres... Ya sabes.

— ¿Homosexual?, Sí señora.

— Qué desperdicio de hombre — Noah me miró evitando soltar una risa y en serio no esperaba que ella dijera eso.

— ¡MAMÁ!

— Es cierto, que acaso no ves. Lindo rostros, cuerpo, sonrisa, labios... — pene, oh, eso no se podía decir cof, cof

— Para por favor.

— Bien, y ¿Qué pasó con ese chico especial? — le pregunto a Noah, en serio podía ser entrometida.

— Esas cosas no se deben preguntar, es su vida privada.

— Tranquila, lo de siempre, falsas promesas y una infidelidad.

— Entendible, pero vendrán mejores además eres guapísimo en poco y te llega uno mejor — me puse colorada y más por qué Noah me miraba con algo de picardía y en serio eso me afectaba.

— Muñeca — cada palabra que soltaba me hacía sonrojar — La cena de hoy va por mi cuenta, si no es molestia.

— Ya te dije que no hay problema con que te quedes a cenar.

— Bien, ¿Qué quieren cenar? Os invito.

— Qué pena contigo, no tienes porque — aún no me hago a la idea de que en serio ella sé allá creído que Noah es gay.

— Me caíste muy bien mujer, además quiero pasar un rato agradable después de lo que sucedió.

— Noche de pizza — dije alegré, ni siquiera la deje escoger. Era mi comida favorita, era mi novio e imposible que no me consintiera pidiendo la pizza — Mamá la pide en lo que vamos por el dinero — ninguno refutó y así se hizo, Noah subió detrás de mí en lo que mamá llamaba, de camino a mi habitación Noah y yo nos besamos y cuando llegamos a esta puse el pestillo después de entrar y me senté a horcajadas suyo.

— Repite el muñeca -— pedí entre besos, tratando de hablar lo más bajo posible, en esta casa todo se oía.

— ¿Te pone?

— Cuando lo dices con la voz ronca... Demasiado.

— Pensé que solo era tu amiga.

— No me provoques.

— Está bien muñeca.

Mi mejor tormento ©Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu