-tengo dos hermanos- comienza- Agapios, mi hermano mayor, él es un poco amargado y mandón- solo escucho con atención- le gusta el orden, la elegancia y es amante de los autos.

Sólo asiento y continúa.

-luego está Nicholas- continúa- es más relajado que mi hermano mayor, le gusta divertirse, salir de fiesta, también le gustan los autos pero no tanto como a Agapios.

-a mi padre también le gustaban los autos- hablo pero de inmediato cambio el tema- ¿qué hay de tus padres?

-bueno, mi padre murió poco tiempo después de que nací- habla ella- no lo conocí, mi madre es quien nos crió- continúa- y Agapios ha sido también un padre para mí, mi madre ha sido un padre y madre al mismo tiempo- su voz se pinta de nostalgia- mi madre es la mujer más fuerte y valiente que conozco, siempre ha visto por nuestro bienestar y seguridad.

Sonrío un poco.

-¿qué hay de ti?- pregunta- ¿cómo son tus padres?

Trago saliva lentamente al solo recordarlos.

-mis padres murieron hace un par de años en un accidente de auto- respondo.

-lo siento- habla ella y solo le hago saber que está bien, que no necesita disculparse- estoy segura de que ellos te cuidan desde donde sea que estén- sonrío mientras la miro- lo más importante es que siempre los tengas presentes, así seguirán contigo, siempre estarán contigo.

Un par de lágrimas salen de mis ojos, las limpio rápidamente.

-así es- es todo lo que puedo responder.

Mis ojos van hasta la entrada del jardín, la sonrisa en mi rostro se borra al ver a Cibran ahí, había regresado finalmente, trago saliva, hace un movimiento con su cabeza.

-volveré en unos minutos- hablo hacia la pelinegra a mi lado, ella asiente y solo me alejo mientras comienzo a ir con el pelirrojo, llegamos a su oficina.

-desnudate- ordena mientras sirve un vaso con vodka.

Su voz es dura, está molesto, seguramente las cosas en Italia no habían salido como él quería.

-¿todo bien en Italia?- me atrevo a preguntar, solo quería saber que había pasado con aquellos burdeles, no me interesaban los lugares, sino las mujeres en estos.

-no- suelta- todo de la mierda- bebe del vaso en su mano- el maldito líder de la mafia italiana destruyó cada uno de mis burdeles- suelta con enojo, sus puños se aprietan mientras las venas se marcan en su rostro.

Eso me hacía querer sonreír pero me contuve.

-¿por qué?- pregunto.

-uno de los malditos imbéciles intento secuestrar a la mujer del capo- suelta- y el muy cabrón en plan de venganza se encargó de cada uno de los burdeles.

No conozco a ese hombre pero me alegraba que se encargara de aquellas casas de muñecas que Cibran había creado en este tiempo y rogaba y esperaba porque las mujeres allí estuvieran ahora sanas y salvas pero sobretodo libres.

El pelirrojo voltea hasta mi.

-ordené que te desnudaras- habla aún con aquella voz dura, asiento, quito mi sudadera y estoy a punto de quitar mi ropa pero uno de los hombres del pelirrojo habla por afuera de la puerta.

-¿qué mierdas pasa?- pregunta Cibran abriendo la puerta- estoy ocupado.

-señor, tuvimos un problema con una de las muñecas- comienza- intentó escapar.

Mis alarmas se encienden, volteo hacia aquel hombre también.

-¿quién?- pregunta Cibran dejando su vaso, sale de aquí y comienzan a caminar, solo comienzo a seguirlos.

Dueño de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora