Capítulo 04

62.2K 4.5K 320
                                    

Agapios.

Maldigo una vez más mientras arrojo mi vaso de vidrio y este se estrella en la pared haciéndose añicos.

-¿cómo mierdas me dices que no lo sabes?- pregunto a Neo frente a mi, mi respiración está agitada, mi pecho sube y baja como causa del enojo e impotencia que siento en estos momentos- ¿¡cómo mierdas me dices que no lo saben!?¡mierda, Neo!- grito con voz dura- ¡solo les pido una puta cosa y son unos incompetentes de mierda que no pueden cumplir con su puto trabajo!- tomo mi saco que descansa en el respaldo de mi silla giratoria, salgo de mi apartado y comienzo a caminar para salir de aquí mientras me pongo el saco color carmesí en mi cuerpo.

-¡Agapios!- el grito desolado de mi madre detrás de mi me hace detener, trago saliva y solo volteo lentamente hacia ella, su cabello castaño está desordenado como si más de una vez hubiese pasado sus manos sobre este, sus ojos cafés me miran, están rojos e hinchados a causa del llanto que seguramente se presentó, su ropa ha dejado esa característica de elegancia que siempre tiene y en su lugar algunas arrugas hay en esta, su mirada coincide con la mía y sus ojos vuelven a cristalizarse una vez mientras se acerca- dime que ella está bien- suelta con la voz quebrada mientras llega frente a mi- dime que mi Naia está bien, que mi pequeña está bien.

Un nudo enorme se crea en mi garganta, un nudo que no me deja hablar pero aún así me las arreglo para tragarme este, carraspeo un poco mientras mi puño se posa en mis labios y después comienzo a hablar.

-la encontraré, mamá- suelto, sus ojos cafés vuelven a inundarse y las lágrimas comienzan a bajar por sus mejillas- ella estará bien, la traeré a casa, estará de nuevo con nosotros.

Veo a mi hermano caminar hacia nosotros, luce igual que mi madre.

-¿puedo ir contigo?- Nicholas pregunta pero niego mientras mi madre se aferra a mi torso, sus manos aprietan mi saco mientras su rostro queda sobre mi pecho, solo subo su espalda mientras miro a mi hermano.

-quiero que te quedes aquí con mamá- respondo hacia el castaño de ojos cafés- yo me encargaré de todo- continúo, sus ojos se cristalizan pero se mantiene firme y fuerte- Naia estará de nuevo aquí- él asiente mientras se acerca y toma a mi madre por sus hombros haciendo que me suelte, se aferra ahora a mi hermano de diecinueve años, le doy un leve asentimiento con la cabeza al castaño y él responde de la misma manera, arreglo mi saco y solo doy vuelta para irme de aquí, salgo de la casa, mis hombres están esperando por mi, en el primer momento que pongo un pie fuera de la mansión se mueven de inmediato mientras van a sus respectivas camionetas, subo a mi BMW y solo comienzo a conducir siendo seguido por aquellas camionetas en donde mis hombres viajan.

Llego al centro comercial en donde se supone Naia fue vista por última vez, bajo de mi auto y comienzo a caminar para adentrarme a este, algunos de mis hombres me siguen a la distancia, solo camino con rapidez y firmeza hasta que llego a las oficinas de vigilancia, toco en la puerta pero nadie abre la puerta, vuelvo a tocar por segunda ocasión, esta vez lo hago con más dureza, un señor panzón y barbón abre la puerta, rasca la calva en su cabeza mientras mastica una goma de mascar.

-¿se le ofrece algo?- pregunta mientras sus pequeños ojos negros me analizan, no tiene expresión alguna en su rostro, solo luce despreocupado y desinteresado.

-necesito ver las cámaras de seguridad de ayer por la tarde- respondo con voz dura, eleva un ceja y suelta una carcajada cargada de ironía mientras me mira.

-¿quién crees que eres?- pregunta- ¿el Dios del inframundo?¿crees en serio muchacho que puedes venir aquí y dar órdenes como si nada?- se cruza de brazos, algunos botones de su camisa amenazan con romperse gracias al enorme peso de su panza.

Dueño de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora