Capítulo 57✔️

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Narrador Samantha Romanoff

El trayecto a la casa de seguridad terminó siendo de puro silencio. Creo que ninguno de los dos pensaba que haría algo tan peligroso como estúpido. Pero había despertado de mi letargo, con sólo una misión y era cambiar.

Adaptarme a la forma de vida de la cual había estado huyendo desde niña. El mundo en el cual estaba inmerso mi familia y Drag, era oscuro y peligroso, y yo aunque no quisiera estaba sumida en él. Por lo tanto, o me convertía en una como ellos o me dejaba morir lentamente, esperando que mi tío u otro enemigo de mi familia viniera a por mí.

Y cuando digo familia, también me refiero a Drag. Aunque no lo quisiera admitir, lo que ocurrió en su habitación, si bien es cierto que empezó como un trato, poco a poco fue cambiando. Yo quería entregarme a él.

Y sabía las consecuencias de mis actos, los no cometidos y los ya hechos. Sabía que enredarme de frente con el Diablo era firmar una sentencia de muerte, pero era eso o morir de soledad. Drag era todo lo que necesitaba en estos momentos; él representaba el poder que necesito para acabar con mi tío, él es lo suficientemente peligroso para evitar que alguien se me acerque, él es todo lo que he odiado la mitad de mi vida, y lo que extrañamente necesita mi cuerpo.

Con él reacciono sin pensar. Mi cuerpo es suyo sin siquiera tocarlo. Pero también sé qué mi cuerpo y toda yo lo afecta de la misma manera. Sus actitudes me lo confirman a cada rato. Dejo de divagar cuando nos detenemos literalmente en el medio de la nada, sólo se observa una cabaña un tanto destruida por el paso de los años.

Imposible que ésto sea la casa de seguridad

Más seguro es vivir en un puente

Los dos hombres a mi lado observaron mis muecas, y mientras nos acercábamos Drag me susurró al oído.

— Nada es lo que parece.

Para poder entrar en ella se tuvo que ingresar un código de seguridad en un panel que estaba camuflado por la misma "deteriorada de la cabaña".

— Te lo dije— dijo nuevamente en un susurro Drag, haciendo que toda mi piel se erizara por su contacto.

Aún tenía las hormonas revoloteando en mí al igual que la adrenalina. No sabía que sensación era más fuerte. Al entrar a la cabaña, comprobé que lo único viejo que ésta tenía era la fachada. Todo se veía complemente nuevo.

— Bien, viendo que ni el Perro ni Lobo han llegado subiré y me daré una ducha— dijo Drag, retirándose de la sala.

Vi que Alex se movía a otro lugar de la cabaña y decidí seguirlo. Mi sentido de orientación no era el mejor, y perderme en un lugar nuevo por más imposible que se viera era algo que podría pasarme.

— Alex, ¿estás bien?— pregunto tontamente al verlo que su herida sangraba mucho.

— No te preocupes Sam. Ésto no es nada— dijo quitándose su camisa para mayor comodidad, creo.

— ¿Nada? Por Dios puedes morirte desangrado.

— Nena, en serio ésto es nada. Ya me han dado balazos y heme aquí, vivito y coleando.

— ¿Seguro?— pregunte temerosa, ya había perdido a mi mejor amigo, no quería perder a otro.

— Sí, pero si tanto te preocupas puedes ayudarme a sacar la bala de mi hombro.

— ¿Ayudarte a qué? Alexander necesitas un médico para eso.

— En realidad necesito asistencia, yo sé hacerlo. Pero, sólo me costará un poco más. ¿Me ayudas?— pregunto poniendo cara de borrego a medio morir.

Joder que tierno se veía, se parece tanto a...

— Okey, pero no tengo idea de que hacer.

— Tu tranquila, yo nervioso... Mira en el cajón que está a la izquierda, allí está el botiquín— dijo señalándome un estante— Y por ahí está el milagro de la vida.

No entendí a qué se refería, pero hice caso. Busqué el botiquín y luego su "milagro" el cual era vodka del más fino.

— ¿Es en serio?— dije incrédula.

— ¿Qué esperabas? ¿Qué me extrajera la bala así en mis sentidos? No estoy tan loco, Sam. Bien ahora lávate bien las manos.

Hice lo que me pidió. Tuve que quitarme la bata, para estar más cómoda. Sólo esperaba que Drag no apareciera con una escena de celos.

— Bien, ves esa cosa rara que está ahí— dijo señalando algo con forma de separador— Vas a meterlo lentamente en la herida.

— ¿Qué? ¿Estás loco? Ni siquiera sabes cómo se llama.

— Ya. Sólo hazlo. El efecto del vodka se acaba rápido— sin quererlo hice lo que me pidió. Fue totalmente asqueroso, y no sé cómo no vomite— Bien, sólo colócalo en los extremos y cuando te diga lo abres lo más que puedas.

— Okey. Siento que voy a vomitar— confieso.

— Eso pasa la primera vez, después te acostumbras. ¿Lista?— pregunta a lo que yo asiento— Ahora... Mierda, pero despacio Samantha, que ésto duele— grita.

— Lo lo lo siento yo...— digo entre asustada y culpable.

— Tranquila. Manténlo así. Ahora viene la parte en verdad asquerosa.

No sabía a qué se refería, hasta que vi que agarro unas pinzas.

¡Oh por Dios! Que no sea para lo que estoy pensando

Parece que mi pensamiento se hizo presente en mi cara.

— Sí pequeña, hora de extraer a la maldita bala.

Empezó a mover la pinza sin piedad. Por cada movimiento en vano él tomaba otro trago, mientras que yo palidecía. Minutos después logró sacarla. Según él, no había afectado nada importante. Con sólo reposo y cuidados simples, estaría perfecto en una semana. Yo no le creí, pero parecía tan confiado.

Después de unos segundos de silencio, escuchamos unos pasos en el recibidor. Alex agarro el arma que reposaba en la mesa y me colocó detrás de él. En mi mente sólo había dos posibilidades para los sonidos que estábamos escuchando. O nos habían encontrado y nos matarían sin piedad o eran las otras sombras de mi Diablo.

Ángel De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora