Capítulo 40✔️

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Narrador omnisciente

En la cancha del instituto


Ya en la fiesta, todos los estudiantes del último año del Instituto Gray Falls se preparaban para la elección de la reina y el rey de la noche. Los postulados eran, para la Reina, Samantha Romanoff, Natasha Brown y Elizabeth Brenahan. Como candidatos para Rey, Johann Steve, Albert Loon y Cristof Loon.

Cuando anunciaron a los candidatos, la heredera y su guardaespaldas estaban hablando con el encargado de llevar las puntuaciones; mientras que Ángel se encontraba bebiendo un poco de ponche crema, cuando su teléfono empezó a sonar como loco, él lo revisa y ve que no tiene identificación, por lo que supone que es de Alexander, así que aprovechar y tomar un poco de aire.

Al salir al estacionamiento, Ángel se siente observado, y empieza a mirar a todos lados pero no encontraba nada raro.

Narrador Ángel Pentangelli

Debo dejar de ver tantas películas de miedo. Ya me estoy volviendo paranoico. La llamada, resultó equivocada. Gente que le encanta hacer perder el tiempo a los demás. Decido ingresar nuevamente a la fiesta, pero unos pasos me impiden mi cometido.

— ¿Hay alguien allí?— pregunto sintiéndome la persona más torpe del mundo.

Cómo si el malo en las películas dijera Hola por voltear te has ganado un pasaje a la muerte

Espero sin éxito, así que me devuelvo. Pero vuelvo a escuchar como si alguien se acercara, más ésta vez lo ignoro. Grave error, en el instante en que me volteó siento como alguien se coloca a espaldas de mí y me trata de inyectarme algo.

Intentó zafarme cómo puedo, y pongo en práctica algo que aprendí viendo a Samantha, y le doy un golpe con mi codo a mi atacante, pero éste saca de su saco una navaja y sin más me la clava en el abdomen. Por suerte o desgracia, la droga ya está haciendo efecto en mi porque ya no siento el dolor de la herida.

De un momento a otro, todo empieza a verse muy oscuro y mis párpados se cierran sin que pueda interferir en ello.

Narrador Samantha Romanoff

De camino a casa decido pasar por la licorería. Si bien es cierto, que en casa hay licor suficiente como para abastecer un regimiento, quería abastecerlo con mis gustos.

— Bueno ya compraste prácticamente todo el licor, ¿ahora qué?— dice Alex mientras maneja.

— Ahora vamos a mi casa, o ¿tienes un lugar mejor?— digo aburrida.

Hoy debía ser mi noche, todo apuntaba a que saldría todo perfecto. Pero después de saber que Natasha estaba como candidata para ser la Reina del baile, dañó de manera catastrófica mi noche.

— Podemos ir a la mansión Müller— dice Alex. A lo que yo sólo le miro con un ¿qué te pasa?.

— Espero no volver a esa mansión, al menos en lo que queda de año. Ya sé...— digo feliz, después de pensar mucho— Podríamos ir al mirador.

— ¿Mirador?— dice incrédulo.

— Sí. An sabe cómo llegar. Déjame y le marco.

Saco mi teléfono de mi sostén (el mejor escondite del mundo) y empiezo a marcarle. Intento unas cuatro veces pero éste va directo a buzón de voz.

— No contesta. De seguro está feliz con alguna conquista— digo algo triste.

— Bueno eso significa que iremos a tu casa y allí descargaremos los litros de alcohol que llevamos.

— Perfecto.

Narrador El Fantasma

Tanto tiempo esperando, y ya por fin mi cometido estará cumplido. El sueño de una vida realizado.

— Señor, ya tenemos al muchacho. ¿Qué hacemos con él?— pregunta Luca.

— Pues darle el mejor trato posible. Denle la bienvenida que se merece. Eso sí, lo quiero todo grabado. Pronto se lo enviaremos a alguien muy especial— digo risueño.

— Entendido, ¿Algo más?

— Sí, mantengan todo preparado para su regreso.

— Como usted ordene, señor.

Narrador Samantha Romanoff

Entramos sin ningún inconveniente a la casa. Como siempre ésta estaba desértica. Al parecer mis padres habían salido en la tarde a un viaje de negocios al extranjero.

Qué divertido, la casa sola para hacer locuras

Sola y sin compañía

Y ¿éste ánimo? Tengo un mal presentimiento. Algo malo va a pasar

— ¿Pasa algo?— dice preocupado Alex.

— Nada. Es sólo que a veces me abruma la soledad de ésta mansión— digo honestamente.

— Sí, entiendo. Es muy grande. Ten...— me brinda una copa con champaña rosada— Trata de olvidar que eres una peleadora excelente, una hija ejemplar y una prometida increíble.

No pude evitar reír con lo último.

— Claro, una prometida increíble. Sobre todo cuando llegue drogada y terminé dormida. Uy sí, eso fue un ejemplo de prometida— digo con sarcasmo.

— ¿En serio te dormiste?— pregunta divertido, a lo que yo asiento— Con razón Drag estuvo más irritable de lo normal.

— Sabes, sé que tarde o temprano tendré que casarme con él. Entiendo que lo conoces desde hace mucho. Aprovechemos el tiempo, y trata de vendérmelo— digo aburrida.

— No entiendo.

— Dime cuáles son las cualidades de él. Sí es que las tiene, claro.

— Ah eso.

— Sí eso— ni idea de que estaba pensando.

— Bueno Drag a pesar de ser tan joven, es graduado con honores en la academia. Tiene un título en ciencias políticas. Si mal no recuerdo, una de sus ambiciones es ser el Presidente de Alemania.

— Vaya, mafioso y presidente. Un imparable.— digo completamente sorprendida.

— Ja ja ja algo así. Tiene un carácter de mierda, pero si sabes tratarlo, no tendrás problemas. Es algo autoritario y posesivo, pero es por ser militar. Aunque no lo creas, Drag tiene corazón. Dona la mitad del dinero sucio a fundaciones benéficas. Tuvo una niñez muy compleja. Sus padres lo obligaron a actuar como adulto desde niño.

— Y así pasamos la noche, hablando de un Drag muy distinto al que se deja ver. Conocí más a Alex, incluso a las otras dos sombras del Diablo. Las horas pasaron, al igual que las botellas se acabaron.

Pero el mal presagio nunca terminó. La sensación de que algo malo ocurriría nunca acabo.

Y vaya que las cosas se pondrían feas. Pero nunca imaginé que fuera así.

Ángel De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora