Capítulo 29✔️

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Salgo de la habitación, y me doy cuenta que está muy alejada del resto de los demás cuartos, cuando por fin doy con la escalera veo a la zorra pero no le doy importancia. Llego al piso inferior y no tengo ni idea a qué lado debo dirigirme; en eso veo a una señora de unos cincuenta y muchos sesenta y pocos, bajita y regordeta que me ve con mucha intriga.

— ¿A dónde se dirige?— me habló tan tiernamente que me hace sentir una intrusa.

Carraspeo antes de responderle, pues, la resaca sigue en mí.

— Iba a ir al jardín, pero no sé cómo llegar— confieso cabizbaja.

— Tranquila, ésta casa es tan grande— suspira— Debes ir por la cocina, al fondo, luego pasas el ventanal y verás el jardín. Pero, si está buscando al señor Müller, él está a unos veinte metros de la entrada del jardín.

Mi cara fue de póquer, rápido y lo iba a encontrar.

— Okey. Gracias.

Sigo sus indicaciones, y por fin lo encuentro. Está desayunando. Como aún no nota mi presencia tomo mi tiempo para admirarlo. Va vestido casual, un jean gris claro y una camisa manga larga negra que acentúa sus músculos, haciéndolo ver más sexy.

Cuando por fin repara en mi presencia, hace una señal para que me siente con él. Observo la mesa y su contenido: un bol de ensalada de frutas, una variedad de platos con panquecas y jarabes de sabores, jugo de piña y otro de limón, y café.

Un manjar digno de dioses, o del Diablo

— Buenos días, ¿ya estás de mejor humor?— dice haciéndose el gracioso.

— Lo estaba, hasta que recordé todo.

— Ven, siéntate, come y disfruta de esto. Trata de verlo como unas mini vacaciones.

Me siento, empiezo a servirme un poco de panquecas con miel, y jugo de limón. Pero Drag me impide agarrar el vaso.

— No. Tómate esto— señaló un vaso con un contenido rojo que se veía algo asqueroso— Es jugo de tomate— me lo entrega— Con esto se te quitará el mal de la resaca.

Acepto dudosa. Comienzo a comer lentamente disfrutando del desayuno, el silencio y aunque no quiera admitirlo, de su compañía. Cuando por fin decido tomar el dichoso jugo de tomate, Drag empieza a hablarme.

— Ya sé tu secreto, Samantha— dice agarrando un trozo de fresa y lo introduce lentamente a su boca.

Cuando lo escucho decir eso, siento que mi corazón se paraliza. Pero sigo manteniendo un rostro imperturbable. Sin embargo, él continúa.

— Sé quién eres realmente, Ángel de la Muerte— dice sonriéndome y mirando fijamente mis acciones.

Al escucharlo, escupo por completo el contenido del vaso que yacía en mi boca.

— ¿Qué... estás... diciendo?— digo tartamudeando.

— No intentes mentirme, ya sé la verdad.

Respiro profundamente y respondo.

— No tengo idea de que hablas— digo aparentando seguridad. Apuesto que estoy más pálida de lo normal.

— No hay porque mentirme. Lo supe cuando vi tu tatuaje, aunque en realidad ya sospechaba. Tú y ella, dos chicas completamente diferentes y a la vez tan iguales. Quién diría que la gran heredera era una muy buena peleadora, muy impresionante.

Decido ser honesta.

— Bien. Ya lo sabes. ¿Qué piensas hacer con esa información?— digo serena.

Ángel De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora