Capítulo 19✔️

67 12 0
                                    

Narrador Samantha Romanoff

Luego de comer mi postre favorito, me retoco el maquillaje, no sin ayuda, claro. Poco después, entro Lincoln indicándome que ya debería prepararme para salir, pues, ya todos estaban afuera. Muerta del miedo, y aterrada por la cantidad de personas que debían de haber en el salón del piso inferior al que me encontraba. Alise mi vestido, arreglé un poco mi cabello y decidí salir. Pero Nana me detuvo y me dijo:

— Mi niña, pase lo que pase allá abajo, recuerda quien eres. No dejes que nadie te haga sentir incómoda, demuéstrale que eres una digna representante de los Romanoff.

— No te entiendo Nana, parece que fuera a la guerra o algo peor— digo intentando reír.

— Mi niña, ésa gente es muy peligrosa y les encanta menospreciar a los demás. Así que no te dejes, saca esas garras y ése carácter del demonio que tienes.

— Ay Nana, cualquiera que te escuche va a pensar que soy el demonio en persona. Pero tienes razón. Debo ser muy fuerte para sobrevivir a ese nido de víboras.

Y sin más me dispongo a salir. Mientras escucho a mi padre hablar por el micrófono.

— Damas y caballeros, agradezco su presencia esta noche. Como sabrán hoy mi adorada hija cumple sus diecinueve años, y como todos sabemos ésta es la edad en la que se presenta a la sociedad— dice con un sonoro suspiro— Y aquí está mi heredera, mi hija, Samantha Romanoff.

Y ahí hago acto de presencia, de manera lenta y sensual bajo las escaleras, siempre mirando al frente con arrogancia y agarrada fuertemente del pasamano, evitando tropezar por los nervios. Y otro deja vú aparece ante mí, pues Drag me ofrece su mano y al aceptarla siento un calor recorrer todo mi cuerpo. Caminamos hasta llegar a donde se encuentra mi padre con mi madre, ambos están muy sonrientes, pero sus sonrisas son superfluas.

Antes de separarnos Drag se me acerca para decirme al oído:

— Estás realmente hermosa— el solo decirme eso al oído produjo que se me erizara la piel— Desearía quitarte el vestido y poder hacerte mía...— mi corazón latió con demasiada fuerza y mi zona baja empezó a reaccionar— Pero jamás dejaría que estos sujetos te escucharan gemir mi nombre Ah Romanoff, acá le dejo a su hija, sana y salva.

Y ahí estaba yo, completamente extasiada, emocionada, alegre y enojada por las cosas que dice y provoca Drag en mí.

— Papá yo quiero...— no puedo seguir hablando pues se nos acercó un hombre con un rostro horrible, una gran cicatriz salía a flote a pesar del parche que tenía en el ojo izquierdo.

— Romanoff, quiero ser el primero en presentar mis saludos y felicitaciones a su hija. Me presento— dice dirigiéndose hacia mí— Yo soy Pablo León, mejor conocido como el Tuerto.

Su sonrisa me repugnaba, en realidad todo de él lo hacía. Quería salir corriendo. Pero respondí como toda una reina.

— Mucho gusto yo soy Samantha Romanoff— agarra mi mano y la besa, pero se tarda mucho. Mis padres no hacen nada, ya volvieron a ser los de siempre. Pero unos segundos después aparece a mi lado Drag, alejándome de esa cosa.

— Tuerto, ni se te ocurra poner tu ojo en ella. Pues es mía— eso último lo dijo en un tono tan macabro que vi como el supuesto Tuerto trago grueso y se retiró sin más.

— Mantente cerca de mí, sino quieres que se te acerquen más sujetos como él.

Yo sólo asentí, pues no quería que otro sujeto así, osara tomar mi mano, ni siquiera deseaba que me dirigieran la palabra, pero no podía evitarlo, al menos Drag estaba conmigo, para espantarlos. En la velada, pude conocer a los integrantes de la Junta, y pocos fueron los que atrajeron mi atención; el Fantasma, ese hombre gritaba muerte en todo su ser; también estaba el Tuerto, aunque después me explicaron que él era un "socio" minoritario; luego estaban los Corvinus, tres hermanos, uno más bello que el otro, pero el peligro que emanaban era espantoso; había un joven, no muy mayor que yo, el Árabe, por lo que pude averiguar, a pesar de su juventud estaba haciéndose de una reputación similar a la de los tres grandes; y por último la Viuda Negra, que mujer más arrogante y soberbia, entiendo que al estar rodeada de puros hombres debes mantener una coraza, yo lo sé perfectamente, lo vivo a diario al ser Ángel, pero joder esa mujer da miedo.

Ángel De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora