25. Artículos en la prensa de corazón

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EADLYN

Me limito a girar el bolígrafo azul entre mis dedos con una expresión aburrida en la cara. El timbre sonó hace diez minutos, y Rayan no aparece por ningún lado.

¿Estará enfermo?

Mía compañeros están empezando a impacientarse, alegando que ahora mismo podrían estar estudiando en la biblioteca en vez de desperdiciar su tiempo esperando a un profesor.

Es curioso lo bien que lo pasan durante sus clases. Incluso la gente que suspendió algún examen no tiene problema con sus clases, pero un simple retraso, parece darles el permiso para hablar mal de él.

—Tal vez no vino, por miedo a que cierra extranjera se entrometa en medio de su explicación —la voz de Yeleen resonó por todo el auditorio.

Chani me observó algo apenada. Todos los presentes saben que ese comentario iba dirigido hacia mi.

—O por miedo a que una incompetente con aires de grandeza confunda a Dante con Petrarca —escupí, casi con veneno.

Mi lengua puede ser filosa cuando quiero, y si Yeleen tiene un punto débil, ese es su madre.

El resto de estudiantes, detuvieron sus conversaciones para centrarse en la discusión que se estaba llevando a cabo entre nosotras dos. Ahora, mantenían su mirada puesta en mi compañera, en espera de una respuesta.

—Lodge, la próxima vez haznos el favor de guardaros vuestras discusiones para cuando estéis en el dormitorio. No me hace ni pizca de gracia que mis clases se vean fastidiadas por la canadiense sustituta de Chloé —Yeleen me miraba con odio en sus ojos mientras pronunciaba aquellas palabras. Y debió haberse percatado de mi asombro, porque prosiguió —. Aunque, sinceramente, espero que tengas un mejor final que ella.

¿Chloé? ¿Quién mierda es Chloé? ¿Qué tiene que ver con Rayan? ¿Acaso es una alumna?

Sin duda, no habíamos sido tan disimulados como pensábamos. Debo hablar con Rayan lo antes posible.

—La próxima vez búscate mejores fuentes de información —comenté señalando a Melody con la cabeza—. No hables de temas que no conoces ni te incumben.

—Me importa todo aquello que esté relacionado con mi universidad, imbécil. No tendré problema en despedirte de una patada —la miré con toda la repulsión que pude y antes de poder replicar sentí cómo Chani me tiraba del brazo para que me sentara en la silla.

Antes de que pudiera contestarle, Rayan entró por la puerta y miró confuso a Yeleen.

—¿Hay algún motivo por el cuál está usted de pie a diferencia de sus compañeros? —arqueó una de sus cejas en su dirección, dejando su maletín sobre la silla.

—Debido a su tardanza, pensaba que no iba a venir, por lo que me disponía a irme —se explicó. Es admirable su capacidad para mentir, si no fuera porque yo presencié lo que realmente ocurrió, le habría creído.

—¿Y porqué no iba a venir? No envié ningún mensaje anunciando la cancelación —insistió.

Él lo sabe. De alguna manera u otra sabe que ella mintió.

—Venga Yeleen —la animo sentada desde mi sitio. Todos me miran sorprendidos—. Cuéntale tu maravillosa hipótesis al señor Zaidi.

Chani me pisa el pie por debajo de la mesa, a lo que yo la miro sorprendida.

—Cállate por una vez Eadlyn —me advierte.

—Bueno, debido al número que montó la última vez mi querida compañera —todos ríen ante la manera en la que se refirió a mí—, pensaba que no asistiría.

Rayan [en pausa] Where stories live. Discover now