3. Señorita Moir

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―¿En serio? ―inquirió ella, sorprendida―. La señorita Moir no está especializada en la enseñanza. De hecho, ella no parece tener experiencia... y no hay curriculum decente o antecedentes que la respalden. A parte de las palabras de sus padres, ella no tiene nada más.

Solté un suspiro. Después de todo, ¿qué tramaban esos dos?

Mi cabeza latió de un ligero dolor. Tomé mi teléfono y marqué el número de mi madre sin pensar demasiado. Segundos más tarde, la llamada conectó.

La voz animada de mi madre se escuchó al otro lado.

―Hijo, ven a cenar mañana. Alice regresó del extranjero y...

―¿Qué se trae con mi padre? ―la interrumpí.

Mamá guardó silencio.

―No entiendo ―dijo, confundida―. Solo es una cena, no has venido a casa en mucho tiempo.

―Asistiré, asistiré ―me rendí para calmarla―, pero no me refiero a la cena. Mi asistente me está comentando que solicitan en que emplee a alguien en particular... ―hice una breve pausa, no recordaba el nombre. Alcé la mirada hacia a Amanda―. ¿Cómo la llamaste?

―Señorita Moir.

―Ah, sí, tanto mi padre como usted desean que contrate a la señorita Moir.

Mi madre se echó a reír.

―No estés tan inquieto. Relájate, hijo, no estés nervioso.

―Me están dando motivos para estar nervioso.

―La señorita Moir es una mujer capaz y calificada para el puesto, te lo aseguro. Tu hermana puede afirmar lo que digo. Alice se encontró con la señorita Moir en su viaje y casualmente estuvieron en el mismo vuelo, incluso quedaron en ir de compras hoy. Quizá me una a ellas.

―¿Me está diciendo que debo confiar en simples palabras?

―Ella... tiene buen respaldo. Te gustará.

Te gustará...

De pronto esa línea me causó más sospecha que nunca e hizo revolotear mi corazón por alguna razón.

―Ella es tan agradable como ninguna otra mujer. Es hermosa, talentosa y amable. Combinan bien juntos.

Combinan bien juntos... si antes confiaba en mi madre de manera ciega, ahora no podía estar muy seguro de sus verdaderas intenciones. ¿Planeaba buscar un remplazo o me buscaba una pareja?

―Madre...

―Y no son simples palabras, es mi palabra. Si no te parece suficiente, espero que ser su respaldo lo sea.

―De acuerdo, de acuerdo, lo entiendo. La antigua directora de la academia respaldará a la señorita Moir.

Escuché a mi madre soltar una risa pequeña, podía imaginarla con la expresión llena de orgullo. Mamá era fácil de complacer y de engatusar.

―Si estás de acuerdo, le diré a Alice que la invite a cenar mañana...

―Absolutamente no. Si planeas emparejarme furtivamente con alguien, sabiendo que tengo esposa, me darás más motivo para no ir a esa cena. ―Solté un suspiro―. ¿Qué te pasa, madre? Creí que mi esposa te agradaba.

―No te confundas, eh. A Margo la adoro, me encanta esa mujer, pero la señorita Moir...

―Es suficiente.

Silencio. Al final, ella dijo:

―Ven a casa mañana, no invitaré a nadie más, solo estaremos los cuatro.

Seduciendo al chefWhere stories live. Discover now