|| 𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟷𝟷 ||

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|| No hay reloj que de vuelta hacia atrás, sólo nuestros recuerdos ||

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|| No hay reloj que de vuelta hacia atrás, sólo nuestros recuerdos ||


Las campanadas matutinas se empezaron a escuchar como cada mañana, el primero en despertar fue Ícaro, un niño de once años de cabello plateado de ojos rosados oscuros

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Las campanadas matutinas se empezaron a escuchar como cada mañana, el primero en despertar fue Ícaro, un niño de once años de cabello plateado de ojos rosados oscuros. Este despertó a gritos a sus hermanos varones que dormían en el mismo cuarto que él, algunos gruñeron molestos por la forma que les despertó, otros ya acostumbrados como su mejor amigo, Drake, se levantaron de la cama con gran energía para empezar un nuevo día.

En cambio, en otra habitación, una castaña abrió sus ojos dejando ver el color de estos, dorados, la mirada de la niña se dirigió a una azabache de ojos azules que se encontraba sentada encima de su cuerpo, Yuzuru. Se sentó en su cama aun teniendo encima a la azabache para restregarse sus ojos y quitarse de algún modo la pesadez y el sueño con el que cargaba, luego acarició la cabeza de la menor.

—Buenos días, neechan —. Le saluda la azabache con una sonrisa, la niña de cuatro años abrazó a la castaña quien aceptó la muestra de afecto.

La ojidorada deshizo el abrazo para tomar su cuaderno y abrirlo en la primera pagina donde tenía escrito "buenos días".

—¡Buenos días neechan! —. Exclamó una pelirroja a su izquierda con una sonrisa de oreja a oreja.

La castaña suspiró frunciendo el ceño para mirar mal a la pelinaranja quien rió nerviosa ante su expresión, a la ojiverde la mayoría de las veces se le olvidaba el hecho de que la castaña no era fan de los ruidos fuertes y como no, Emma era de exclamar en todas sus oraciones.

—Neechan, ¿me ayudas a amarrar mis botas? —. Le pidió Yuzuru en busca de la atención de la mayor quien asintió, la pelinegra se levantó de encima para poder dejar libre a la castaña quien se levantó al fin de la cama, se estiró mientras Yuzuru buscaba sus botas. —Aquí están —. Astlyr se agachó para amarrar las botas y cuando estuvo lista, golpeó suavemente la rodilla de la ojiazul.

𝐒𝐓𝐈𝐋𝐋𝐇𝐄𝐓; 𝐍𝐨𝐫𝐦𝐚𝐧Where stories live. Discover now