Prólogo

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Rayla

Domingo por la mañana.


Debo admitir que hay ciertos días en los que me cuesta mucho trabajo levantarme de la cama, hoy es uno de esos días. Es cómo si apenas viera el azul grisáceo con el qué el óleo adorna el cielo me sintiera débil. Últimamente he tenido muchos problemas para dormir, y también para despertar. La psicóloga dijo que era algo normal por todo el estrés al que hice frente hace algunas semanas, pero esto me ha pasado desde que tengo memoria. De todos modos, no tomas muy en serio a una psicóloga qué sólo visitaste una vez.

Pero, realmente eso no importa. Muy independientemente de lo cansada que haya estado ésta mañana, no podía ignorar el hecho de que ya no soportaba el hecho de estár atada a las cobijas. Me levanté, me froté los ojos y la cabeza me dio vueltas, supongo que es lo que la pasa a alguien que no ha estado tomando suficiente agua, o durmiendo las horas que necesita.

Bajé las escaleras lentamente y sobre la mesa vi a Ethari, con el libro que se retó a sí mismo leer éste mes entre las manos. Me pasé una mano por el cabello y lance un pequeño gruñido inconscientemente, lo cuál llamó su atención.

- ¿Despierta tan temprano?- lanzó, mientras bebía un sorbo del café qué tenía a un lado.

-Ammh, ¿buenos días...? -volví a gruñir, tal vez se había levantado de malas hoy, lo cuál no pasa nunca.

-Perdón -dijo con una sonrisilla entre labios -Buenos días, ¿despierta tan temprano?

Me sorprendió el hecho de que estuviera haciendo bromas tan temprano, pero bueno, era Ethari, y me alegraba si estaba de buen humor.

-En primer lugar, ya pasan de las 7:30. Y, en segundo, ¿despierto tan temprano?

Dejó escapar una carcajada pequeña mientras me miraba y un instante después volvió a su libro.

-No podía dormir -dijo finalmente, y la sangre se me bajó a los pies.

-Entiendo -dije con un tono en el que apenas yo me pude escuchar, y me concentré en hacer mi desayuno.

Mientras le daba la espalda, sabía perfectamente que me estaba mirando, ¿la mirada? No lo sé, esos ojos claros qué posee resaltan tan bien en las miradas tristes qué desde hace tiempo acostumbra traer. No quería mirarlo, no por la expresión qué tuviera en el rostro, simplemente porque yo no podría soportar la mirada que iría a lanzarme. Escuché como le daba vuelta a la página y un segundo después dijo:

-¿Tienes algo planeado para hoy?

-¿Además de desempacar? -traté de entonar una voz graciosa al decir esto, no quiero más tensión por aquí.

Él volvió a sonreír.

-Oh, vamos, Rayla. Tendrás todo el año escolar para desempacar, ¿no te gustaría salir a conocer?

Esa pregunta dió vueltas en mi cabeza cómo una canica en un embudo.
¿Salir a conocer? También tendría todo el año escolar para hacer eso, pero teniendo en cuenta la forma en la que lo dijo, hizo qué el asunto diera vuelta por sí sólo.

Y, si, vi muchos lugares interesantes cuándo manejábamos hacía aquí. Pero, ¿salir? ¿Ahora? No supe cómo reaccionar ante esa invitación, y más ahora en éstos momentos tan difíciles, ¿habrá alguna razón en especial? Mire sus ojos, consumidos por el cansancio y su sonrisa desgastada. Le dediqué un dulce sonrisa y afirme con tranquilidad:

-Si, ¿por qué no?

°

Estoy escuchando música, con el volumen algo alto, pero no lo suficiente para que en un futuro me quede sorda. Mientras que los audífonos me aplastaban mis puntiagudas y frías orejas.

Alguien Para TiWhere stories live. Discover now