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No fue sencillo cuando vió a Singto partir de la mano de Krist, no fue sencillo cuando sus amigos lo cuestionaban de su repentino rompimiento y no fue sencillo cuando Zee le llamó esa noche, reclamándole el haber dejado escapar a su prometido.

— ¡No puedes controlar nuestras vidas! ¡No somos unos niños, somos unos jodidos adultos que no necesitamos de ti y si eso, significa alejarme de ti, pues eso haré!– gritó al teléfono antes de colgar y aventar por algún lugar el aparato.

Pasó sus manos por su cara, completamente exaltado y tratando de calmar sus ganas de chillar, gritar y llorar.

Caminó por desespero por toda la habitación, necesitaba salir de allí porque sentía que se ahogaba entre todo ese lujo.

Tomó su chaqueta, su celular y las llaves de su Mercedes-Benz, dispuesto a salir de aquella mansión que de alguna manera le resultaba asfixiante.

Ya no le gustaba estar allí, por lo menos no sólo, le agobiaba pasearse por los grandes pasillos, mirar los cuadros de su familia pero sobre todo, le hastiaba mirar el gran cuadro al final del túnel, donde su familia posaba como una verdadera familia real, como príncipes y princesas.

Pero, no era así.

Porque ese cuadro fue cambiado y modificado dos veces en su vida, la primera, cuando tenía diez años, su padre mandó a remover el cuadro donde su madre estaba puesto que ella, había decidido dejarlo e irse con su pareja, dejando a sus hijos y esposo, no la culpaba... Nunca ha podido culpar a su madre, tal vez sí, le duele y en ese momento sufrió mucho pero nunca pudo odiarla o reclamarle algo, incluso ahora, cuando están más cerca, no puede hacerlo porque sabía lo que ella pasaba y los quince años de tortura que vivió estando casada con Mike Opas-aimkajorn, era un monstruo, un jodido animal con todos a su alrededor e incluso más con su esposa.

Y de nuevo, una vez más un año antes de la muerte de su tan mencionado padre, quitando por completo a Ice de sus vidas.

En el cuadro que algunas veces llegó a mirar fijamente figuraban Zee, con un elegante traje negro, Mild, su esposa, de su brazo, un hermoso vestido rosa de hombreras adornaba la belleza natural de la misma y estaba él, con una expresión sombría, fría y triste, pero que si se miraba a la ligera, parecía dura y de soberbia... Todos detrás de su padre, de ojos profundos chocolate, aunque ya mayor, de buena apariencia, de labios acorazonados, nariz pequeña y mandíbula pronunciada.

Jodida, y tristemente igual a él.

Y le daba miedo, incluso si ya hace tres años no está, seguía temblando al ver aquella expresión, porque aunque muerto, vivía en el cuerpo y actitudes de su hermano mayor.

Zee era igual a él, frío, temperamental, amable a medias, despectivo y calculador, haciéndole la vida a cada segundo, cada detalle, cada respiración controlada.



Pero tampoco lo odiaba, porque sabía que su hermano fue quien se puso la arma en la frente, sabe que fue quién recibió todos los castigos de manera voluntaria, que con heridas en la piel aparecía al día siguiente, y él, sin nada, viviendo feliz, sin saber que su hermano cargaba todo por él.

Lo entendía y lo amaba, estaba tan agradecido con él por cada golpe que soportó, que inclusive se dejó ser su juguete.





Pero ahora mismo todo aquello le resultaba agobiante, ya no quería... Ya no podía tolerar.






Sin darse cuenta de si mismo, llegó al apartamento de Bright, estaba frente a la puerta, sin tocar... Simplemente mirando a la nada, intentando darse fuerzas o salir huyendo.


Suspiró, no entendía que hacía allí pero regresar a casa no era una opción, no cuando todo estaba tan sólo y frío, no cuando probablemente Zee estaría buscándolo.

¿Que le quedaba en esa casa? Nada, ya nadie.

Su madre se fue.

Ice le falló y se fue.

Zee es un monstruo.


Y Singto también, al final le dejó.

No los culpa.

No los odia.

Pero tampoco entiende porque todos se empeñan en dejarlo sólo, hacerlo sufrir cuando no alcanza a comprender que hizo mal, ¿Nacer? ¿Enamorarse? ¿Debilidad? ¿Confiar?

No pidió nacer, no quiso caer en las manos de Bright, no pudo parar a su padre, y no pudo parar a Zee.


¿Que le quedaba?

¿Quién le amaba lo suficiente para no dejarlo?


— ¿Tío Win, porqué lloras?–






FADÓ ©Where stories live. Discover now