02

1.1K 189 24
                                    

Era hermoso y no podía negarlo.

Sus curvas delicadas, su cabello castaño y su hermoso rostro moreno con esos labios grandes no dejaban ni rastro del Win que conoció hace diez años.

También dejaba en claro su lugar, el maravilloso anillo que portaba en su mano.

— Hola, bienvenidos a casa.– dijo dándoles una sonrisa amigable.

Tragó en seco y por mero instinto acerco a Jane más a su cuerpo, tratando de protegerla incluso más cuando vió a la pareja empezar a bajar hasta donde ellos.

Lo notó, como su ex mejor amigo le miraba cómo si quisiera que miles de cuchillos lo mataran en ese mismo momento, y lo aceptaba con valentía porque no era para menos.

Tuvo su error.

Una noche pasado de copas se metió con Ice, ella se embarazó y aunque rogaron el perdón, ni Win ni la familia querían saber nada de ellos.

Menos Singto que ese mismo día recuerda sus palabras.

— Porque antes de mi propia voluntad, vida y deseos, está Win.–

Se lo merecían.

Cada persona en esa sala se merecía su sitio.

Jane a lado de su padre, viviendo una vida buena porque ella no tuvo culpa alguna.

Él, con el corazón llorando y sintiendo sus piernas flaquear porque el pasado y el presente eran demasiado.

Win, con una sonrisa en su rostro y luciendo completamente feliz, bien y enamorado.

Singto, de verdad se merecía a Win, merecía el amor del castañito aunque le doliera hasta el alma porque quien fue su ayuda en esto siete años fue él.

Soltó el aire retenido cuando estuvieron frente a frente— Hola, Win, Singto.– dijo.

— Hola, ¡soy Jane!– con una sonrisa en cara y levantando los brazos, se presentó.

Singto y Win endulzaron su mirada en la niña— Hola, soy tu tío Win y él, mi prometido pero puedes llamarlo tío Sing.– se señaló y luego a su pareja.

Mentiría si dijera que le cayó en flores las palabras de Win, pero se repetía que ambos tenían rumbos distintos.

Win con Singto.

Y él... Él de ahora en adelante era dedicado a su hija.

— Te mandamos a llamar porque queremos lo mejor para Jane, ahora que Ice ya no está.– dijo Singto.

Se fijo levemente en la expresión de Win en cuanto se mencionó a su esposa pero éste simplemente se encogió de hombros.

Sorpresa.

No le interesaba en lo más mínimo su hermana.

— Yo le estoy dando lo mejor.– excusó.

Escuchó a Win suspirar — Linda, ¿Quieres ir a jugar? ¡Te compré muchos regalos! – rió.

A Jane se le iluminaron los ojos y asintió frenéticamente.

Rápidamente Win llamó a una sirvienta y aunque trato de oponerse, los ojitos de Win lo hicieron caer.

Ugh, mismos tontos ojitos que Jane tiene.

Cuando la niña se fue, Win pudo respirar tranquilo.

— Escucha, Bright.– le llamó— A mi me interesa una reverenda mierda lo que tú y Ice hayan hecho o dejado de hacer a mis espaldas ese tiempo, y me importa un bledo si me tienes en gracias o no, porque te juro que me estoy conteniendo para reírme de Ice y de ti– suspiró— Pero ella es otra cosa... Ella es sangre de mi sangre y no tiene culpa de nada, es sólo el resultado del mucho o poco amor que se hayan tenido y me basta con saber que la han mantenido sana, pero quiero lo mejor para ella... Es la primera y la última de la línea Opas-aimkajorn y como mi sobrina, la niña que amo en silencio, voy a darle el mundo en las manos si lo quiere.– finalizó.

Era verdad.

Olvidemos todo.

Era verdad que Jane no tenía culpa y agradecía internamente que Win lo entendiera.

No esperaba menos de Win, que incluso llegó a ser más comprensivo de lo que esperó.

— No la apartes de mi, es lo único que me queda.– dijo mirándolo a los ojos.



Cómo Bright y Win, sintieron algo cuando sus ojos se toparon después de siete años.

Singto también lo sintió.

Y con pena, supo que no todo era para siempre.

FADÓ ©Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα