Capítulo XVII

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No dejaba de golpear una y otra vez su cabeza en contra de su escritorio, sin la suficiente fuerza como para romperla o quedar noqueado. Y era la sexta vez en que su madre, desde otra habitación, le amenazaba con golpearlo si seguía así.

Finalmente, tras varios minutos haciendo, se detuvo echándose hacia atrás en su silla. ¿Qué haría ahora? Dos y únicas citas iban sin asistir, y ya veía mal una tercera y que tampoco asistiera. Se acobardaba, por primera vez, y en aquello que podía ser sumamente sencillo para otros. Para él, era todo un dilema.

Pasó una mano por sus cabellos, sintiendo que debía darse por vencido si realmente no se le ocurría nada. Si aparecieron esos sentimientos, probablemente también desaparecerían, ¿no?

Intentó organizar sus pensamientos: decirle directamente era lo más sencillo y fácil, pero qué harían todos al descubrirlo y cómo llegaría a ser su reacción. Quizás sí debía dejarlo después de todo.

Corrió su asiento hacia atrás, poniéndose de pie para ir a tomar un poco de agua. Caminando con las manos escondidas en los bolsillos de su pantalón, y algo encorvado, su progenitora lo vio mientras estaba sentada leyendo un libro.

—Ve a comprar. La lista está sobre la mesada— mencionó para volver a su lectura.

Katsuki se detuvo para verla sobre su hombro, refunfuñando entre dientes. Fue a hacer a lo que iba, para colocarse sus zapatillas, tomar la hoja, algo de dinero y salir de allí. Esperaba que aquella salida le ayudara a aclararse un poco al respecto.

La tienda a la que iba, quedaba casi enfrente de la cafetería que frecuentaba Takei _____. No por nada sabía que le gustaba aquel lugar: cada que salía a realizar compras de ese estilo, una que otra vez la veía allí, comprando, conversando o ayudando en algo mínimo.

No era acosar para él, ya que se topaba sin querer con la muchacha. No como Mineta Minoru.

En el trayecto, alzó la mirada justo notando que _____ ingresaba a ese lugar. Y sin tardar más, él hizo lo mismo, pero en su destino. Tomó un canasto y comenzó a buscar.

Quería alzar la mirada por la gran vidriera, para verla un momento. Pero lo evitaba. No sabía qué sucedería en su mente al hacerlo, si en sus escasas opciones se sumaban más o disminuían.

Tomó una lata de arvejas, observando la fecha de caducidad. Cargó una para seguir viendo en las otras. En el pasillo en el que estaba, sintió como alguien pasaba por detrás. No le importaba que pensara que parecía una abuela haciendo eso, y se lo gritaría si le decía algo al respecto.

—Vaya, hola Bakugo.

Pero antes de hacerlo, se detuvo completamente. ¿No era que estaba en la cafetería? Giró a ver a la apellidada Takei sin expresión en su rostro, para asentir solamente.

—Te vi entrar en la cafetería de enfrente. ¿No ibas a comprar nada allí?

Preguntó sorprendiéndola levemente. A parte, quería saber por qué estaba ahí. ¿También compraría algo o sólo pasaba a saludarlo? La última no sabía cómo llegó a ocurrirsele.

—No, sólo pasaba a saludar a la dueña. Y ahora vengo a comprar yogurt— señaló en donde quedaban los lácteos, sin dejar de verlo con una pequeña sonrisa —. ¿Tú?— interrogó al ver la lista en una de sus manos.

Él se la enseñó desde su lugar, sin modificar el semblante de su cara ni por un momento.

—No sé a ti, pero a mí me encanta salir ya organizada para comprar— mencionó al no saber qué más decir.

Bakugo miró un poco la hoja, sin leerla.

—A mí igual...— habló bajo, para mirar unos segundos el suelo y volver a ella.

—Bueno...— se tambaleó ligeramente de sus talones a las puntas de sus pies, jugando con sus manos por delante de su cuerpo —, te dejo para que sigas con lo tuyo tranquilamente. Nos vemos mañana en clases, Bakugo— se despidió, sonriendo y dándose la vuelta. Sabía que no se despediría.

—Nos vemos.

A penas logró oírlo, pero no se detuvo. Ensanchó más la mueca positiva sobre sus labios. La emocionaba. Quizás lo que pensaba no estaba tan mal después de todo.

Por su parte, Katsuki la vio unos instantes más alejarse, dibujando una pequeña y ladeada sonrisa que, podría decirse, algo tierna. Y retomó con lo suyo. Tenía razón, le generó un gran caos en sus opciones.

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Besos ♥

TE INVITO UN CAFÉ |Bakugo Katsuki y tú|Where stories live. Discover now