C I N C O.

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-Te odio. 

-El sentimiento es mutuo - cierra la puerta de la cocina detrás de él. 

-¿Acaso te afectaba en algo? 

-Robabas nuestro equipo. 

-Por lo que he escuchado, sabes tan bien como yo el estilo de vida de la Ciudad - me detengo y lo miro -. ¿A qué te dedicabas cuando estabas aquí?

-Eso no importa. 

Levi me rodea y camina a las escaleras. Lo miro alejarse, siento la mirada de las cocineras en mí. Jane me sonríe tímidamente, y le devuelvo la sonrisa sin muchas ganas. Empiezo a caminar a las escaleras. 

Necesito cuidar de las chicas. Los hombres son peligrosos, aún más cuando están borrachos y enojados. El noble con el que trabajó Rosette no la mató a golpes esa noche porque Kenny había llegado a cenar. De lo contrario...

Abro la puerta del cuarto de las trillizas y mis pensamientos se interrumpen, Ilse está cuidando de Rosette y Cora de Marie, Úrsula se ha recuperado de la noche a la mañana y ayuda a las otras dos mujeres a cuidar de sus hermanas. 

Al verme, se acerca a mí y me dice lo que les ha dicho el aprendiz. Rosette tardará una semana y media para recuperarse totalmente, Marie no mejora y las pastillas solo hacen más lento lo inevitable, ha decidido dejar las pastillas cuando se acabe el último frasco de tabletas de hierro. Marie sabía que su enfermedad era más que una deficiencia, llevaba años con ella y me había confesado que ya se había hecho amiga de la muerte. Así que, una vez se acabara el frasco nuevo de pastillas, pasará lo que tenga que pasar. En cuanto a Cora, le habían dicho que no hiciera demasiado esfuerzo y se tomará los tres días de tratamiento como un descanso del trabajo. 

Después de eso, me da una pomada y señala mi mejilla amoratada. Sonrío. El doctor siempre tan observador.  

-Te espera alguien en la habitación de Ilse - me dice, frunzo el ceño -. Te tiene un regalo. 

-¿Dónde está Levi? - pregunto. 

-Lo vi entrar a tu cuarto - ruedo los ojos -. ¿Por qué no renta la suya? 

-Porque está obsesionado conmigo.

Exhalo profundamente y le agradezco antes de salir de la habitación. Doy dos pasos hasta la siguiente puerta y la abro lentamente, el corazón se me acelera. Entro rápidamente y cierro la puerta, me acerco rápidamente a él. Kenny sonríe y saca la mano de su espalda, me detengo ante el frío contacto del metal de la pistola en mi frente. 

Un escalofrío me recorre la espina. Nunca había visto una pistola en Paradis, ni siquiera en el mercado negro, no tenían esa tecnología pero de alguna manera él tenía una. 

Kenny sonríe, gira la pistola en sus dedos y me da el mango. Al ver que me quedo estática, toma mi mano izquierda y coloca el arma en la palma de mi mano. 

-Tómalo como una disculpa, por lo del otro día - aparto la cara cuando trata de tocar mi mejilla. 

-Eres una rata, Kenny - sonríe -. Te mueves por el dinero pero tienes el mínimo sentido de lealtad. Sabías que no me iban a arrestar. 

-Me duele que hayas pensado que en verdad te había entregado - finge dolor llevándose una mano al pecho -. Era una buena oportunidad para ti para salir de este lugar. 

-Tú me enseñaste a proteger este lugar. 

-Y puedo enseñar a alguien más - sonrío incrédula y retrocedo. 

-Este no eres tú - lo señalo vagamente con la mano. Bajo la mirada a mi mano, levanto la pistola -. ¿Qué es esto? 

-Una pistola - se acerca y se coloca detrás de mí -. Levanta el brazo, usa las dos manos, la recesión te puede tomar por sorpresa - dejo que acomode la posición que conozco de maravilla -. Apuntas y disparas. 

Lealtades. (Levi AckermanxOC)Where stories live. Discover now