Los elefantes son seres magníficos, imponentes y hermosos. Pero como cada ser del mundo sufren incesantemente.
Los matan, los utilizan como trasporte, entretención y mucho más... Y eso lo sabe muy bien Amelia; una elefante que sufrió toda su vida.
L...
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Desde que Osama me contó su historia habían pasado aproximadamente dos días donde había visto el nuevo truco que habían preparado para él.
Solo lo habían comprado para remplazar a Darzi... Pero no lo podía oidor ni podía tener remordimiento hacia el después de todo no tenía culpa de nada. Todo el peso de la culpa debía caer en los humanos.
Ahora éramos Osama, yo, dos serpientes que aún no conocía y una joven que traía a las serpientes.
— Amelia... Tengo hambre —Dijo Osama desde su jaula.
— Tranquilo, cuando me lleven a practicar mi acto voy a buscar más comida para ti.
— ¡Gracias! ¿Tú no tienes hambre?
— Prefiero preocuparme de tu bienestar, además yo ya estoy acostumbrada —Dije tratando de tranquilizarlo.
— Yo puedo darte algo de comer si quieres.
— Eres muy amable, pero come tu para hacerte grande y fuerte
— Como tú quieras —Dijo tratando de hacer una sonrisa.
Luego de unos minutos el jefe me colocó una cadena alrededor de mi cuello guiándome hacia el escenario encontrándome a la mujer junto a sus dos serpientes pero... ¿No eran dos? ¿Por qué veo tres cabezas?
— Jael, esta es Amelia —Dijo colocándome a su lado.
— ¡Pero qué grande! Pero no es tan hermosa como mis bebes —Dijo tomando a sus dos serpientes.
¿Una tiene dos cabezas*? ¿Eso era posible?
— Bueno, hay que practicar y después puedes tomarte un descanso
— Como tú digas —Dijo con una sonrisa tomando un palo sin punta y colocando a sus raras serpientes en una canasta.
*Me quedé mirando detenidamente como Jael se sentaba en el suelo y colocando un extremo del palo en su boca provocaba una música haciendo que ambas serpientes empezaran a bailar casi hipnotizadas ¿Se están dejando dominar por esa humana? ¿por qué? seguramente les están lavando el cerebro, porque es imposible que un animal quiera estar cerca de estas bestias.
Estaba enojada muy enojada, mientras practicaba mi rutina no podía dejar de pensar en cuanto sufrimiento tuvieron que pasar para bailar así siempre que esa música se escuchara. Pero luego de unos minutos recordé que mi abuela hace muchos años atrás me había dicho que las serpientes no podían escuchar sonidos, solo vibraciones ¿Cómo funcionaba ese baile?
Luego de más o menos dos horas de entrenamiento los humanos se marcharon dejándonos en el escenario sin impórtales que hiciéramos.
— ¿Por qué bailan para ella? —Les pregunté a las serpientes quedando fascinada por la de dos cabezas.
