𝐇𝐎𝐖 𝐓𝐎 𝐁𝐄 𝐌𝐘 𝐁𝐎𝐘𝐅𝐑𝐈𝐄𝐍𝐃 | Park Sunghoon | RESUBIENDO

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Siguieron hablando unos minutos sobre los amores platónicos de ellas, hasta que Hana sintió una mano en su hombro, se giró y vio a su alto amigo, se levantó de un salto y se despidió de las chicas, cuando Sunghoon no miraba Karina levantó las cejas mirando hacia Hana, y esta le sacó la lengua.

De camino a sus taquillas en un camino tanto silencioso como agradable y vacío de tensión, Sunghoon decidió romper el hielo.

-¿Has leído la nota? -preguntó.
-Sí, ¿a dónde iremos primero, a tu casa o a la mía?

Sunghoon se quedó atrapado en la curva de su sonrisa durante largos segundos, formulando una respuesta mientras tanto.

-He pensado en pasar el día en mi piscina, ya sabes que sí que tengo, al principio os dije que no para no tener que inventar una excusa -comentó él.
-Lo entiendo, pero... ¿Los chicos nunca han ido a tu casa?
-Algunas veces sí, pero como está en el jardín trasero, nunca la han visto. Mi padre es demasiado estricto y jamás nos deja pasar del salón, así que no han subido al piso de arriba ni la han visto por la ventana. Es más, ni siquiera han llegado a ver mi habitación. -Hana pensó, mientras él hablaba, que aquello debía de ser demasiado duro, pero un acostumbrado Sunghoon cambió de tema radicalmente-. Por cierto, ¿estábais hablando de chicos? -sonriendo de forma traviesa, le dio un codazo a Hana.
-¿Eh? Ellas estaban hablando de chicos, yo solo observaba.
-Decepcionante, Hana. Decepcionante.

Llegaron a las taquillas, cogieron sus uniformes de educación física y se fueron cada uno hasta su vestidor, se cambiaron y fueron hacia la clase. El profesor no tuvo mejor idea que hacer ejercicios de flexibilidad. Hana era flexible, así que eso no le suponía un problema, pero para algunos chicos sí lo era, y a ella le resultaba gracioso ver cómo intentaban abrirse de piernas sin lograr ni siquiera rozar el suelo con los dedos de sus manos al agacharse.

El profesor pidió a las chicas que hicieran una pirámide humana, la hicieron, y este las miraba desde todos los ángulos para "comprobar que estaba bien", aunque algunos chicos y chicas se percataron de lo que en verdad hacía el profesor, no era un secreto que era un mirón, pero Hana nunca había tenido la ocasión de comprobarlo, claro, llevaba allí dos semanas. Pudo ver cómo Sunghoon miraba con bastante rabia al aludido, como si en cualquier momento sus ojos fueran a salirse de sus órbitas y sus cejas fueran a engrosarse al fruncir el ceño.

Hana, pensativa e incómoda, hizo un mal movimiento a propósito, todas perdieron el equilibrio y tuvieron que bajar antes de caerse, nadie se dio cuenta de que había sido ella y la pirámide se rompió por fin.

El siguiente ejercicio consistió en formar parejas mixtas para hacer ejercicios que requerían fuerza y flexibilidad por distintad partes. Al principio, puso a Hana con Riki, pero no compaginaban, era un desastre.

"-Joder, Ni-ki... ¡Ni-ki, no, así no, que me caigo! -exclamó tantas veces que el japonés terminó por dejarla caer otras tantas".

La cambió. Entre tantos chicos que había libres y que no tenían aún pareja o esperaban a que alguna de las chicas quedaran libres, seleccionó a Sunghoon, porque se ofreció voluntario. Les ordenó hacer una postura que consistía en que Sunghoon, acostado, debería sujetar con las piernas en alto a Hana por las caderas, y esta le sujetaría las manos para forzar el agarre. Pudieron hacerlo bien, la clase les miraba atentos ya que no muchos podían hacerlo, pero a Sunghoon le entró la risa floja, eso hizo también reír a Hana, que aunque le decía "no te rías" no servía de nada, poco a poco perdieron el equilibro y Hana cayó encima de él, poco les importó porque siguieron riendo.

La mayoría de la clase también empezó a reír, al final pasaron más de la mitad de la clase riéndose del momento, solo que al finalizar y recordar la posición, ambos se pusieron tan rojos que sus mejillas ardieron y se alejaron a varios metros de distancia. En los vestuarios, Hana tuvo que soportar las burlas de Karina.

Pero no era solo la incomodidad de la situación o lo vergonzosa que había sido. Hana sentía un nudo en el estómago, uno un tanto agradable, a decir verdad. Solo de recordar la piel perfecta de Sunghoon, pálida y a escasos centímetros de distancia de su rostro, sus labios carnosos y rosados y sus ojos clavados en los de ella con una expresión de sorpresa, suspiraba embelesada y confundida.

Por parte de él, en los vestuarios masculinos, Jungwon y Heeseung lo zarandeaban de un lado a otro sin dejarlo cambiarse la camisa, pidiéndole que confesara.

...

Este capítulo me da entre vergüenza ajena y ternura.