Capítulo I

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Wolf, así me llaman mis amigos, no se biénde dónde sale ese apodo pero creo que es por mi forma de ser fría, calculadora, perfeccionista hasta el último detalle y solitaria como una loba sin manada aullando a la luna llena.

La verdad, no me enorgullece este apodo pero a veces viene muy bién para intimidar a esos sujetos extraños salidos de la serie más mala de ciencia ficción que te puedas encontrar, esos seres de sexo masculino que se te acercan intentando entablar convesación en la barra de algún bar de moda, esos mismos que visten camisa a rallas de colores que no sabría describir y desabrochadas a tal punto que se deja entrever el vello del pecho... me da grima tan solo de pensarlo.

Bueno, resumiendo, se te acerca el de la camisa a ralla y te suelta.

-Ey nena, ¿Cómo tu sola por aquí, te han abandonado tus amigas?-

Y tú, delante de ese alarde de vocabularío caballeresco, decídes afrontar la situación poniendo cara de haber comido lima ácida seguida de una media risa forzada.

-Lo siento emm... pero estoy esperando a mi novio- digo esperando sonar convincente cuando es totalmente mentíra, y sí estoy esperando ver a mis amigas y volver a la manada.

El sujeto te mira depravadamente y tu insistes.

-Si no te importa, prefiero esperarlo sola-

El macho herido de orgullo, alza la barbilla, te mira por encima del hombro.

-"No se porque me he acercado si tampoco eres gran cosa"-dice el muy capullo.

Y se marcha, y tú te quedas boquiabierta sin creerte lo que acaba de pasar.

¡Discrepo! No es que me crea la más guapa pero tampoco es para insinuar que soy fea, quizás me haría falta engordar un poco debido a que no paso de los 50 kg, y quizás tampoco destaco por mis curvas voluptuosas, pero tengo que reconocer que todos me alaban en cuanto a mis grandes ojos verdes, y mi pelo rizado moreno.

Trabajo como ayudante en una revista de moda, así que la apariencia lo es todo, hasta para las becarias en redacción. La verdad es que no me esfuerzo mucho a la hora de arreglarme cada mañana, y como cada día me paso casi media hora secándome el pelo para que caiga rizado sobre mis hombros, casi no me maquillo, un poco de rimel, algo de sobra en los párpados y brillo de labios. 

La rutina, miro el reloj de reojo y...Mierda! voy a llegar tarde otra vez. Cojo la primera camisa blanca que encuentro, la falda lápiz gris, el bolso y salgo corriendo con los zapatos en la mano hacia el ascensor. Maldito ascensor, se hace eterno el viaje a la planta baja, eso me otorga un momento para calzarme los zapatos de tacón. Me hecho el último vistazo antes de salir como un rayo del ascensor hacia el parking para coger mi coche y adentrarme en el infernal tráfico de Brookling a las 7.40 de la mañana.

Entro en el edificio sigilosamente, llego a mi mesa sin llamar la atención de nadie, creía haber logrado mi hazaña cuando siento la penetrante voz de mi jefa por detrás.

-Emily, vuelves a llegar tarde- con tono antipático -

Emily Wolf ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora