Capítulo XXXII

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Abrí los ojos y lo único que conseguí ver fue a mi madre histérica abanicándome. Hice el intento de sentarme, pero inmediatamente mi madre volvió a la carga haciendo que me volviera a tumbar.

-No, tú te quedas quita aquí- me dijo mientras seguía abanicándome.

-Estoy bien- dije quitándole de la mano el abanico y volviendo a incorporarme- solo ha sido un mareo, el calor y esas cosas. Estoy bien- volví a repetir.

-Gabriel, llévate a tu hermana a casa- ordenó mi madre, pero al no recibir contestación miró hacia los lados en busca del susodicho- ¿Dónde está Gabriel?- preguntó.

-Está afuera- respondió Susi.

-Tranquila mamá- le dije cogiéndole la mano- ve y sigue con la fiesta, yo estoy bien.

-Prométeme que te irás a casa- y yo le sonreí como afirmación.

Me levanté y los tobillos me temblaron, cogí a Buster y caminando despacio salí al parking a buscar a mi hermano.

Sinceramente hubiese preferido quedarme tumbada en aquel sillón, porque el espectáculo que se desplegaba ante mis ojos era como para que me volviera a desmallar.

Gabriel y Alex enzarzados en una pelea, y nadie los separaba. Solté a Buster de golpe y a paso rápido me dirigí hacia ellos.

-¿Queréis parar?- dije apartando a la gente- ¿Que estáis haciendo?- empecé a gritar.

Ellos seguían en lo suyo, así que me vi obligada a intervenir. Sin pensármelo dos veces me puse en medio de aquellos dos titanes, me llevé algún empujón, hasta que conseguí una cierta distancia quedando yo en medio.

-¿Pero se puede saber qué coño os pasa?- dije mirándolos alternativamente.

-¿Así que este es el cabrón que no quiere saber nada de mi sobrino?- espetó Gabriel.

-Es ella la que no quiere saber nada de mí- se rebotó Alex

-Que os calléis los dos- grité yo y los dos me miraron.

La gente alucinaba, siempre había alguien que acababa peleándose en las bodas.

-Tú- dije señalando a Gabriel- vete adentro, y tú- dije señalando a Alex- vete al coche.

Los dos intercambiaban miradas de odio y ninguno se movía.

-¿A qué esperáis?- dije alterándome- Me habéis oído muy bien los dos.

Gabriel enseguida bajó la mirada me miró y esquivando a la gente se fue al encuentro con mi madre.

Alex me miró se limpió la sangre del labio, giró y se dirigió al coche.

Fui a ver a Gabriel. Tenía un corte en la ceja y le habían dado hielo y mi madre le echaba la bronca.

-Deja de echarle la bronca- irrumpí en la sala. Mi madre pegó un salto y me miró.

-Ninguna de las dos tiene por que echarme la bronca- gruñó Gabriel.

-¿A no?- dije paseándome nerviosa por la sala- ¿Tú crees? Le acabas de pegar al padre de tu sobrino- dije mientras le miraba fijamente.

-Es un imbécil- dijo levantándose de golpe y fijándome la mirada.

-Imbéciles los dos, os llevaréis bien- dije y me marché de la sala dejándolo allí plantado.

Al salir me senté en un banco del pasillo de la casa de campo. Yo seguía con el abanico de mi madre en la mano, me abaniqué rápidamente mientras notaba que el mareo me subía. Buster acudió a mis pies, lo acaricié y Marc se paró frente a mí.

-¿Estas bien?- me preguntó.

-No- le dije sincerándome.

-Relájate, no quieres volver a desmayarte.

-¿Tú crees que realmente esto me tiene que pasar a mí?- le pregunté mirándolo.

-Yo lo único que sé es que por el bien de él o ella- dijo poniendo su mano en mi barriga- tienes que solucionar esto. Ve a hablar con él- dijo cogiendo la correa de Buster- arréglalo- dijo y se marchó.

Reuní el valor para levantarme de aquel banco y fui a buscar hielo para Alex. Me dirigí a paso firme hacia el coche. Me senté en el asiento del copiloto y me quedé inmóvil un buen rato.

Alex estaba con las manos en el volante mirando también al frente.

-Esto no puede seguir así- dije rompiendo el silencio haciendo que Alex me mirara- No podemos seguir matándonos así, no es sano.

-Te juro que lo siento mucho- dijo y yo me derretía como el hielo entre mis manos.

Lo miré y apreté los labios. No podía estar ni con él ni sin él.

Acaricié la mejilla de Alex y pasé el pulgar por encima del labio inflado. Emitió un leve quejido y cerró los ojos. Apreté suavemente el hielo contra esa zona y Alex ni se inmutó.

Me cogió la mano con la que sostenía el hielo y me lo quitó.

-Te he echado de menos- dijo dejándome atónita.

Yo lo miraba fijándome en cada rasgo de su preciosa cara.

-Sé que la he cagado…

-Mucho- añadí.

-Lo sé, pero nunca he dejado de quererte. ¿Vamos a tener un hijo y esperas que me mantenga al margen?

-Dijiste que no querías hijos- dije desviando la mirada.

-Te dije que por ahora era mejor no tenerlos- suavemente me cogió del mentón y me obligó a mirarlo- pero nada en este mundo me hace más ilusión que formar una familia contigo.

Estos momentos hacían que este hombre derrocara todas mis murallas de defensa y me estrujara el corazón. ¿Cómo no se puede amar a un hombre que te dice esto?

Mi alter ego seguía un shock desde el día de la consulta con el médico. Pero después de esas palabras pareció volver en sí y empezó a moverse al ritmo de “Love is in the air”.

-Lo intentaremos- dije haciéndome la dura, no podía volver a caer así de fácil- prométeme que esta vez por el bien de todos nos lo cogeremos con calma Alex, ahora no solo tenemos que pensar en nosotros- dije mientras Alex miraba embobado mi vientre.

-Con calma- repitió sonriendo.

Volví a la fiesta dónde el ambiente pareció haber superado el anterior momento de tensión. Saludé a mi madre, a Marc, a los demás invitados y me senté junto a Gabriel.

-Me marcho, la semana que viene volveré para hablar contigo. Esto se soluciona sí o sí- dije cogiéndolo de la mano.

-No hay nada que discutir- dijo sin ni siquiera mirarme- nada.

Me quedé petrificada ante la seriedad de mi hermano.

-Gabriel por favor- dije rogándole.

-Total, has vuelto con él.

-No seas así, ya te lo he dicho es el padre de mi hijo- dije con las lágrimas al borde al precipicio.

-Ese es el problema, yo no quiero que sufras, todo es culpa de él- dijo mirándome y secándome las lágrimas.

-No es así.

-Bueno, pues te espero la semana que viene- dijo dándome un beso en la mejilla.

-Hasta la semana que viene- le sonreí y me marché con Buster.

Alex me llevó a recoger mis cosas a casa de mi madre, me cambié y nos dirigimos al aeropuerto dónde cogeríamos el avión hacia NY.

Emily Wolf ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora