Capítulo XVIII

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Cuando empecé a despertarme Paul enseguida lo notó, ya que las lágrimas comenzaron a fluir otra vez como torrentes desbocados que iban a morir en la almohada, y los sollozos se unían.

-Ya está…- me decía acariciándome el pelo- ya no llores más.

-Es que no puedo- dije quejándome.

-Esto cuenta como horas extra- dijo cogiéndome por las muñecas y haciendo que me sentara.

-Ya claro- dije mientras me sentaba en el borde de la cama y sacándome una sonrisa.

-Eso me gusta más- dijo levantándome la barbilla- y ahora a la ducha- vamos, vamos.

-No quiero, quiero quedarme por siempre en esta cama- dije haciéndome la remolona.

-Te recuerdo que hoy cenas con Melissa…- dijo dando media vuelta y dirigiéndose a la puerta- y que hoy es sábado…- y me guiñó el ojo.

-No pienso ligar con nadie Paul- dije un poco molesta ya caminando hacia la ducha.

-Ya claro- dijo girando los ojos- y a mí me gustan los coños- dijo saliendo de la habitación- dúchate y vamos a desayunar- gritó.

-Serás mandona…- dije pensando que no me oiría.

-Te he oído- dijo asomando la cabeza por la puerta- y sí, mucho.

Después de ducharme me miré en el espejo del lavamanos, tenía las ojeras marcadas, inflamadas de tanto llorar. Se me veía cansada, y en realidad estaba agotada, pero mentalmente.

Saqué de tocador del vestidor el maquillaje y me tapé como pude las ojeras, me puse algo de base, delineador de ojos, sobra beige y rímel. Una vez presentable y con la bata de seda negra que me había comprado hacía bastante tiempo, me planté ante el tremendo vestuario y lo vi vacío. Cogí el vestido negro del día de la presentación de Alex y junto a los zapatos nude, salí al encuentro de Paul.

-Uy, pero que arreglada- dijo cogiendo su chaqueta- ¿Nos vamos?

-Paul, tienes algo importante que hacer estos días- pregunté cogiendo tan solo el móvil y la cartera de mi bolso.

-No, si quieres me puedo quedar a hacerte compañía- dijo.

-¿Tu novio?- pregunté buscando mi chaqueta.

-Tranquila está en casa de su tía- dijo abriendo la puerta.

-Bien, nos vamos hoy a la noche a Londres- dije saliendo por la puerta mientras él se quedaba parado mirándome- no hace falta que hagas maletas, paga la empresa- dije levantando la ceja.

-Me tendré que acostumbrar a estos cambios de humor, es algo que todavía me choca- dijo entrando al ascensor- y por cierto me gusta esta forma de vengarte de tu “socio” empresarial.

-¿Yo? ¿Vengarme? No- dije sonando nada convincente.

-Pues yo te invito a desayunar ya que tu- dijo haciendo el gesto de comillas con los dedos- me invitas a Londres…

-Y a Milán, no te olvides- dije saliendo del ascensor y parándome frente al portero.

-Buenos días señorita Green- dijo.

-Buenos días- respondí sonriendo con las gafas de sol en la mano- Le quería comentar una cosita

-Dígame- dijo levantándose detrás del mostrador.

-Desde hoy a la noche hasta posiblemente el jueves no estaré- dije abriendo las patillas de las gafas- si alguien pregunta por mí, diles que no hay nadie que se llame así en este edificio- dije mirándolo serio.

Emily Wolf ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora