Capitulo 16

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Pasaron los días, todo continuó exactamente igual, se veían todos los días, pasaban tiempo juntos, aprovechando el tiempo antes de separarse, hasta que llegó el día de noche buena. Esa mañana, Ruth se despertó muy temprano al escuchar a sus padres discutir en la cocina, preocupada, se levantó de la cama mirando el reloj de su mesita de noche, el cual marcaba las siete y media de la mañana. Al ver esa hora y escuchar la discusión, bajó rápidamente hasta la cocina, quedándose detrás de la puerta para escucharlos sin que la vieran y entrar cuando lo viera oportuno. Odiaba cuando sus padres discutían de ese modo.

-          ¡¿Por qué haces esto?! – exigió Ramón furioso.

-          No hago nada, solo busco lo mejor para ella. – contestó Celia más relajada que su esposo.

-          ¿Lo mejor? ¿Crees de verdad que lo mejor para ella es estar con Iván, que la ha engañado? – preguntó Ramón intentando contener su enfado.

-          ¡Sí! Él la quiere y…

-          Si la quisiera, – la cortó su esposo – no la habría engañado, Celia. ¡Tienes que entrar en razón de una maldita vez! – Ramón suspiró y añadió: - Ruth tiene novio y él sí la quiere de verdad.

Ruth cerró los ojos y apretó los puños, esperando la respuesta de su madre, que suponía que iba a ser muy mala.

-          ¿Cómo que tiene novio? – preguntó desconcertada - ¿Quién es?

-          Se llama Álvaro y es un buen muchacho. – contestó Ramón con otro suspiro.

-          Hasta que no lo conozca, no me lo creeré. – sentenció Celia muy cabreada – Nadie le ha dado permiso para que se eche un novio apenas después de romper con su amor de toda la vida.

Ruth que estaba ya harta de escuchar como discutían, iba a entrar cuando escuchó a su padre decir:

-          No tiene porque pedir permiso, Celia, nuestra hija ya es adulta y sabe qué hacer con su vida.

-          No lo sabe…

Al no aguantar más escuchándolos discutir así, respiró hondo y decidió entrar de una vez y actuar como si no hubiera escuchado nada. Se enderezó y caminó despacio hasta la puerta, la cual abrió y entró.

Al entrar se encontró a su madre cerca de la ventana, mirando con furia a su padre y este, al lado de la mesa, devolviéndole la mirada, al escucharla entrar, ambos apartaron la mirada, Celia siguió tomándose su café y Ramón la miró preocupado.

-          Buenos días. – dijo con una sonrisa lo más natural que pudo.

-          Buenos días, cariño. – dijo su padre suspirando aliviado al ver que no había escuchado nada y acercándose a ella para darle un beso.

Ruth se acercaba a su madre, cuando Celia se giró hacia el fregadero y se bebió el café de un trago, dejando la taza dentro del fregadero y salió de la cocina sin decir nada, dando un gran portazo en la puerta principal.

-          ¿Qué le pasa a mamá? – preguntó sorprendida cuando salió así.

-          Nada, cielo… - contestó su padre pasándose una mano por el pelo y sentándose en una de las sillas que había en la cocina, clavando los codos  en la mesa y mirando hacia esta.

-          ¿Estás bien, papá? – se acercó Ruth a él mientras le pasaba un brazo por los hombros.

-          Sí, no te preocupes. – dijo dedicándole una sonrisa forzada, mientras la miraba con sus ojos tristes.

Cartas... [Sin editar por completo]  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora