Capitulo 27

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Ruth y Álvaro salieron de la piscina, se tumbaron en el suelo de madera que rodeaba a esta y estuvieron largo rato fuera observando las estrellas a través del techo de cristal. Las estrellas iluminaban el oscuro cielo dejando ver las constelaciones, junto con una gran constelaciones, junto con una gran luna llena muy brillante, haciendo iluminar aun más las estrellas.

Cuando se cansaron de identificar todas las constelaciones que se veían y de estar tumbados en el incomodo suelo de madera y empezaron a tener frío, se metieron de nuevo en el agua por pereza a salir a la calle siendo ya tan tarde.

Seguían en la piscina y estaba a punto de amanecer ya, el cielo empezaba a ponerse claro, haciendo que la estrellas brillaban más aun al ponerse el cielo azul muy claro y que la luna tomara un color anaranjado y con algunos matices rojos por los bordes.

Ruth bostezó y apoyó la cabeza sobre sus brazos en el borde de la piscina, los cuales estaban cruzados uno sobre el otro, mientras observaba la luna y las estrellas que aun se podían distinguir aun, y Álvaro se hacía unos cuantos largos aprovechando que ambos estaban solos allí, ya que los demás se habían marchado a sus habitaciones hacia un rato. Ruth se sumergió en el agua para intentar despejarse un poco ya que estaba quedándose dormida, al salir a la superficie del agua, se agarró del borde para salir de la piscina, pero se encontró con Álvaro frente a ella con una gran sonrisa, la cogió de la cintura y la pegó a él, besando sus labios cortamente, haciendo que ella se soltara  y se agarrara a su cuello.

-          ¿Nos vamos a dormir ya? – preguntó mirándola.

-          Como quieras. – sonrió abrazándolo por el cuello.

Álvaro la besó de nuevo lentamente, con ternura, a la vez que pasaba sus manos por la espalda de ella de igual modo, acariciándola hasta estremecerla.

-          Me gusta tu piel, es como acariciar un pétalo de rosa. Tersa, suave… - dijo besando su barbilla hasta llegar a su cuello, donde se entretuvo degustando su piel y llevándose con sus labios las gotas de agua que se atrevían a deslizarse por su piel.

Ruth se estremecía al sentir unas descargas eléctricas cada vez que sus labios la recorrían desde su cuello a los labios y vuelta por el cuello hasta recorrer su clavícula y bajar un poco hasta llegar casi a su pecho. Se puso nerviosa cuando Álvaro subió su mano lentamente hasta llegar a su hombro, donde despacio, bajó el tirante de su sujetador y comenzó a besarla despacio.

-          Álvaro… - susurró con voz entrecortada, poniendo una mano de las que tenía alrededor del cuello de él en su pecho.

-          Dime. – respondió él sin levantar la cabeza de su hombro y siguió besándola.

-          Yo… eh… no puedo. – dijo nerviosa, apartándose un poco -. Lo siento.

Álvaro levantó la mirada y la miró a los ojos, al ver su mirada asustada, levantó la mano que tenia sobre su brazo y lo llevó hacia su mejilla, la acarició con toda la ternura del mundo y le dedicó una pequeña sonrisa.

-          Lo siento, perdóname, cariño, me he dejado llevar y… - le dijo apesadumbrado, mirándola con un gesto de disculpa.

-          No importa, es solo que aun no estoy preparada para eso… - dijo nerviosa.

-          Lo siento, ha sido mi culpa. – frunció el ceño -. No sé qué me pasa cuando estoy contigo así, me dejo llevar y me olvido de todo. – añadió con una pequeña sonrisa.

-          En otro momento quizás yo pueda…. – empezó a decir, pero Álvaro la interrumpió poniendo un dedo sobre los labios de ella.

Cartas... [Sin editar por completo]  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora