Capitulo 3

2.9K 109 7
                                    

Suspirando, se quitó la chaqueta y la colgó en la silla, junto al bolso, cogió las bolsas que estaban junto a la puerta y las llevó hacia la cocina. Colocó la compra en el armario y sacando el pollo y las patatas que su madre le había dicho que hiciera y se puso a cocinar. Peló las patatas y las metió en el horno tras ponerlas en una placa de horno y aderezarlas al gusto. Metió el pollo en una hoya y poniéndolo a fuego fuerte, le echó un buen chorro de vino blanco y lo dejó haciéndose, mientras tanto, aprovechó y subió a colocar la ropa de su maleta en el armario.

Estaba sacando las patatas del horno cuando escuchó que la puerta de entrada se abría, dejó la bandeja sobre la repisa de mármol y se asomó para ver quién era.

-          ¡Papá! – exclamó Ruth al verlo y salió corriendo a abrazarlo.

-          Ruth, hija, pero ¿Cuándo has llegado? – le preguntó su padre sin soltarla.

-          Esta mañana temprano, mamá fue a por mí al aeropuerto, creía que te lo había dicho… - dijo frunciendo el ceño extrañada.

-          No se lo dije porque quería que fuera una sorpresa, cariño. – contestó su madre entrando por la puerta.

-          Pues deberías haberlo hecho, cariño. – dijo su padre abrazándola de nuevo.

Ramón era un hombre de entrada edad, eso se podía decir al ver sus estradas y su pelo canoso, sus ojos eran grandes y oscuros, su nariz era pequeña y respingona y sus labios finos, tenía varias arrugas en la frente. Era un hombre alto y bien cuidado, se mantenía en forma a pesar de tener cuarenta años.

-          Bueno, vamos a comer, que se enfría. – dijo cogiendo a su padre de la mano y tirando de él hacia la mesa.

La mesa ya estaba preparada, había cubiertos para tres, una gran fuente con una ensalada, una panera, etc…

Ruth se acercó al horno y sacó de él la llanda con la carne, había hecho chuletas de cordero en salsa y para que no se enfriara mientras llegaban ellos, lo había metido en el horno.

Conversaban animadamente mientras cenaban, riéndose cada dos por tres.

-          ¿Cuánto tiempo te vas a quedar, cielo? – preguntó su padre.

-          La universidad empieza el día 20, así que supongo que me iré para instalarme el día 18 o 19… - contestó Ruth haciendo cuentas mentalmente.

-          Eso es genial, cariño, ¡te tendremos en casa un mes! – exclamó contento.

-          Sí, es genial, tenía muchas ganas de veros… - dijo Ruth sonriendo ampliamente.

-          Por cierto, cariño, no te he preguntado antes… ¿Qué tal en la universidad? ¿Te has adaptado bien? – preguntó su madre mirándola con interés.

-          Bien, la verdad, que bien. Voy con todas aprobadas este semestre y teniendo en cuenta que es mi primer año, creo que eso está muy bien.

-          Bueno, cariño, mientras te vaya bien, no importa. – sonrió su padre.

-          Ya sabes que no puedes bajar el ritmo si quieres que te den un trabajo respetable, cariño, no puedes descuidar tus estudios. – dijo su madre seria.

-          No lo haré, no te preocupes. – contestó seria.

-          ¿Por una vez podemos estar un rato sin discusiones, por favor? – pidió su padre serio mirándolas a las dos, que se miraban fijamente.

Cartas... [Sin editar por completo]  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora