❀ treinta y dos ❀

17.4K 1.5K 199
                                    

Zayn echó a correr hacia mí, después de haber gritado mi nombre. Yo me mantuve de pie con las pocas fuerzas que me quedaban y también fui hacia él, reuniéndonos casi al final del pasillo, sobre la gruesa alfombra roja que decoraba el suelo. Él me cargó en brazos, levantándome del suelo, mientras empezaba a besarme sin importarle quién viera. En aquel momento solo existíamos nosotros dos. Sus brazos agarraban con fuerza mi cintura para mantenerme arriba, mientras que mis manos estaban sobre sus mejillas para no permitirle romper aquel beso. No quería que ese momento terminara nunca. Lentamente, me descendió hasta que mis pies tocaron de nuevo el suelo y se separó unos centímetros de mí, ante las expresiones de sorpresa de todo el mundo.

— Em, ¿estás viva? ¿O es que estoy soñando?
— Claro que estoy viva, Zayn... – dije algo confusa, acariciando sus mejillas con mis pulgares – ¿Creías que no lo estaba?
— Mi... mi padre. Él me dijo que habías muerto.
— ¡Zayn, aléjate de ella ahora mismo! – interrumpió Yaser, poniéndose de pie y mirándonos con aire autoritario.
— ¡Ni hablar! ¡No pienso dejar que me vuelvas a separar de ella! – exclamó Zayn a la defensiva, girándose hacia su padre mientras agarraba mi cintura posesivamente.
— Zayn, tú tienes que casarte con Jenna, ¡las cosas van así en el mundo, no eres quién para cambiarlas!
— ¿¡Ah no!? – chilló enfurecido – ¿No soy quién para cambiarlo?
— ¡No Zayn, tú no eres nadie para hacer nada al respecto!
— ¿¡Y si no soy nadie, por qué tengo en mi poder la mitad del dinero de todo el mundo, eh!?
— ¡Ese dinero es mío hasta que muera!
— Podría matarte ahora, si quisiera.
— Zayn, déjate de tonterías, suelta a esa chica y ven aquí para casarte con Jenna.
— No.
— ¡Zayn Javadd Malik!
— ¡No! – gritó con toda su voz – ¡Estoy hasta los cojones de este sistema de mierda! ¿¡Cuándo fue que el mundo, en lugar de avanzar, comenzó a ir hacia atrás!? ¡Antes de la tercera guerra mundial no existía la esclavitud, de hecho, era una cosa totalmente incomprensible e impensable! ¿Qué ganamos con esto? Sembrar miedo... pánico, en la sociedad. El mundo no funciona así, no debería funcionar así. ¿Crees que esto va a quedarse así, Yaser? – preguntó hacia su padre – ¿Creéis alguno de los que estáis aquí que esto va a seguir siendo así por siempre? – preguntó aquella vez mirando hacia todos los que estaban cómodamente sentados en sus trajes de gala – Llegará el momento en que el hambre y la miseria serán más fuertes que el miedo. El momento en que tanto esclavos como pobres se levanten y se rebelen contra el gobierno. ¿Queremos realmente eso? Yo, por lo menos, no. No es eso lo que quiero. ¡No buscan una locura, solo buscan una vida digna, que es lo que cada uno de ellos merece! Quieren tener un trabajo real, y ser compensados por ello. Quieren poder vivir su propia vida donde ellos quieran. Quieren lo que cada uno de nosotros querríamos si estuviéramos en su lugar. Y no voy a descansar hasta que esto no cambie, porque yo no quiero una revolución, yo quiero que les demos lo que se merecen. Quiero que tengan libertad, quiero que sus vidas sean suyas. La vida de cada una de las personas que viven sobre el mundo, es demasiado valiosa como para ponerle un precio, como para poder jugar con ella, como para despreciarla de este modo. Voy a abolir la esclavitud, voy a repartir el dinero. No puede ser que absolutamente todo el dinero que hay en el mundo se reparta entre tan pocos. ¿Tenemos que darles solo para comer mientras nosotros estamos derrochando dinero a lo tonto cuando, con ese dinero que a nosotros nos sobra por completo, ellos podrían comprarse ropa decente, podrían dejar de pasar frío, podrían vivir en casas decentes, que no se les caigan encima. ¿Soy el único idiota que piensa así? ¿Soy de verdad el único que se preocupa por la vida del pueblo? Se supone que somos algo así como “los gobernantes”, y siempre los gobernantes que han prosperado han sido los que se han preocupado por el pueblo.
— No eres el único – exclamó un hombre, poniéndose de pie – Yo pienso como tú.
— ¡Y yo! – añadió una mujer, también levantándose.
— ¡Yo también! – corearon algunas personas más, añadiéndose a la causa.

Freedom « z.m »Where stories live. Discover now