❀ veinticinco ❀

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Antes de que el padre de Zayn pudiera verme, corrí escaleras arriba y me encerré en la habitación de Zayn, presa de un ataque de pánico. No podía verme ahí, sino me mataría –literalmente– y Zayn estaría en problemas muy serios. Me senté sobre la cama, intentando calmarme, sin terminar de conseguirlo. Cuando la puerta se abrió. Estuve a punto de dar un grito, pensando en que era el padre de Zayn, pero era Zayn. Y venía solo.

— Tranquila, preciosa. Soy yo... – susurró – ¿Has visto que ha venido mi padre, no? – asentí levemente con la cabeza – La puta de Jenna le ha llamado. No le ha dicho nada de nosotros, así que tenemos que decírselo. 
— ¿Qué? ¿Quieres que me mate? ¡Zayn!
— No va a hacerte nada, Em. Me encargaré de ello, ¿vale? Cuanto antes lo sepa, mejor. 
— No, Zayn... Va a separarnos. Y va a pegarme un tiro, o cortarme la cabeza... O a saber qué me hace. No, por favor, no quiero que lo sepa... – dije acelerada por los nervios. 
— Em, cálmate, ¿vale? Estaremos bien. Estarás bien. ¿Recuerdas lo que te dije anoche? No voy a dejar que te haga nada malo. No dejaré que nadie te haga nada malo. 
— Zayn, no creo que sea una buena idea.
— Será peor si se entera por otro lado, Em. Solo cálmate y bajamos juntos y se lo digo, ¿está bien?
— Sí...

Suspiré profundamente y me levanté de la cama, agarrando la mano que Zayn me tendió. Enlacé mis dedos con los suyos y él besó mi frente, para calmarme. Caminamos juntos, fuera de su habitación. Mientras bajábamos las escaleras, escuché la voz del padre se Zayn, hablando con Safaa. Cuando entramos en la cocina, el señor Malik estaba de espaldas a nosotros. Apreté más fuerte la mano de Zayn, muy asustada.

— Papá – le llamó, con voz segura.

Su padre se giró hacia nosotros y, lo primero que hizo. Fue dirigir su mirada a mi desordenada melena rubia, que caía por encima de mis hombros y mis pechos. Luego, su mirada se dirigió a mi mano enlazada con la de Zayn, y por último se dirigió a éste, en busca de respuestas.

— Ella es Emilie – dijo, tenso – mi novia. 
— ¿Tu novia? – preguntó, arqueando una ceja – ¿Es por eso que has despedido a Jenna?
— Jenna intentó matarla, papá. 
— ¿Y qué?
— ¿¡Cómo que y qué!? ¡Papá, la amo! ¿Entiendes? Estoy enamorado de ella. No podía dejar que Jenna siguiera aquí, amenazando su vida. 
— Déjate de gilipolleces... – el padre de Zayn caminó hacia nosotros – ¿Has visto esto, no? – murmuró, agarrando un mechón de mi cabello – Es una rubia. Una esclava. 
— No. 
— Sí, Zayn – masculló su padre, tirando de mi cabello, por lo que di un gemido de queja – Los de su raza son esclavos, nada más que eso. ¿Quieres aprovecharte de ella en la cama? Adelante, ella te pertenece, puedes hacer lo que quieras con ella. Pero nunca dejará de ser una esclava. 
— No quiero sexo con ella. Quiero casarme con ella. Formar una familia. Quiero estar el resto de mi vida con ella. 
— ¡Deja de decir tonterías! – gritó el padre de Zayn, levantando la mano para golpearle, pero yo eché a Zayn hacia atrás, poniéndome delante suyo y recibiendo la bofetada de su padre, la cual fue tan fuerte que me tiró al suelo. 
— ¡Em! – exclamó Zayn, poniéndose de rodillas a mi lado y abrazándome – ¿¡Por qué has hecho eso!? 
— No quiero que te haga daño... – susurré, poniendo mi mano sobre mi mejilla.

El padre de Zayn nos miraba enfadados hasta que sintió un golpe en la pierna. Esa era Safaa. Él se giró furioso hacia ella y Safaa volvió a golpearle en la pierna.

— ¡No hagas daño a Emilie!
— ¿Ya le has comido la cabeza a tu hermana?
— Yo no he hecho nada. Ella sola ha visto que Emilie y yo nos queremos. Y que no tiene por qué discriminarla, no hay razón alguna para hacerlo. 
— Papá, Em es muy buena conmigo. Ella jugó conmigo y estuvo con Zayn y conmigo cuando él me leía un cuento. Me llevó a la playa. Ella es buena, Jenna no lo es. 
— Jenna sí es buena, y Jenna es una de las nuestras. Y Zayn va a casarse con Jenna. 
— ¡No puedes obligarme a casarme con esa loca!
— ¡Si no quieres con Jenna será con otra, pero jamás con una rubia!
— ¡Yo quiero a Emilie, papá!
— Yo también quiero a Em – dijo Safaa, abrazándome. 
— No hay discusión posible – gruñó su padre, tendiéndome la mano – Levanta.

Freedom « z.m »Where stories live. Discover now