50.- El franchuto.

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—¡Familia, a cenar! —gritó mamá desde la escalera y todos nos reunimos en el comedor.

—Hoy tenemos cuatro invitados especiales y en nombre de toda la familia les damos la bienvenida —habló mi madre emocionada una vez todos sentados— Bendeciremos la mesa, ¿Vini?

—Sí cariño —asintió papá sonriendo y nos tomamos de las manos mientras Chloe nos veía confundidos, sonreí y le hice una seña para que cierre los ojos— Padre, gracias por los alimentos que nos brindas cada día, por mi familia y por cada persona que se sienta con nosotros, incluso por Nate. Bendice estos alimentos y a las manos que lo prepararon, en tu nombre todos decimos amen.

—Amen —repetimos al unisono, al alzar la mirada, Nate esbozó una sonrisa exagerada, de las que hacía para molestar a papá.

—Don Vini acaba de agradecer por tenerme a su lado.

—No arruines el momento y come, niño —habló papá mientras cortaba la carne asada.

—Papá, ¿podemos armar las cosas de navidad esta semana? —preguntó Lucas comiendo.

—Bueno, tenemos que comprar los adornos, porque los anteriores ya están bastante viejos —mencionó mi padre.

—¿Viejos? Pero si son magníficos, yo los ponía cuando eras un minúsculo —habló el nonno.

—Eso explica porque están viejos —murmuré y papá entrecerró los ojos— Uhm, si quieres yo puedo ir a comprar los adornos. Puedo aprovechar el que Zoe este en Milán hasta la próxima semana para comprar las cosas sin sus típicos "no sabes combinar las cosas, hermani" —hablé imitando su forma de hablar mientras reían.

—Puedes llevar el auto de Zoe, me parece buena idea —sonrió mamá tomando la ensalada— Esto está delicioso, Chloe —halagó mientras la madre de Nate agradecía son una sonrisa.

—Me alegra que les haya gustado, la receta la aprendí en mi viaje a Argentina hace un par de años.

—¿Estuviste en Argentina? —preguntó mamá interesada.

—Oh, sí. Fui para firmar un contrato con una marca de ropa, mi trabajo como diseñadora me ha llevado a muchos lugares hermosos. He estado aquí en Italia tantas veces y nunca había visitado Verona, me alegra que esta haya sido la primera vez.

—Nuestras madres se están llevando muy bien —susurró Nate y yo asentí feliz— lo gracioso es que dudo que nuestros padres también.

—No importa, ya veremos como arreglamos eso —le guiñé el ojo y oí como papá gruñía desde el otro extremo.

Así que la cena fue todo básicamente sobre padres celosos, madres intercambiando experiencias de viaje y cocina, hermanos enojados por perderse capítulos de su serie favorita, pubertas entrando a la adolescencia quejándose de lo incomprendida que era por su familia, niños jugando, nonnas tratando de oír todas las conversaciones y nonnos quejándose de lo antipática que era su nieta mayor.

Yo, por si no les quedaba claro.

Al día siguiente, tenía a Theo y Alai en el asiento trasero del auto, Nate de copiloto y yo manejaba con una tarjeta de débito bien cargada en el bolsillo.

Haríamos las compras navideñas.

Nos detuvimos en el mercado navideño de Verona, -Verona Christkindlmarkt en Italiano- de la Pizza dei Signori.

—¿Ven este monumento? es Dante Alighieri —hablé señalando la estatua que reposaba en medio de la plaza.

Completamente decorada, con luces y un árbol navideño.

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