43.- Dark.

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Ty's POV.

—Creo que los perdimos —dije tratando de amenizar el ambiente. Es que no sabía como me había dejado convencer. ¿Y si no era lo suficientemente genial para ella?

Sería una decepción.

—Sí, ya los encontraremos luego. ¿Vamos a la rueda de la fortuna? —habló la castaña muy animada mientras halaba de mí. Claramente había sido más una orden que una pregunta.

—Claro, como quieras —asentí sonriendo de lado mientras caminábamos. Habían muy pocas personas en la fila para ser un sábado en la tarde.

Así que esperamos un par de minutos mientras las personas que habían subido a la atracción bajaban por el lado izquierdo. Liz giró a verme sonriente y entramos.

Nos acomodamos en la cabina para luego ponernos el cinturón de seguridad y la máquina empezó a moverse.

—Wow, counterville es... —posó su manos sobre el vidrio como una pequeña.

—Genial, lo sé —admití sonriendo.

—¿Vives hace mucho aquí?

—Desde los diez. Nate y su familia vino aquí un año antes, y luego vinimos nosotros —la miré de reojo, me observaba con curiosidad y empezaba a ponerme nervioso.

No estaba acostumbrado a que la gente me mire. Siempre iba detrás de mi hermano.

—¿Qué tipo de musica escuchas?

—Lo que llegue a mis oídos. No soy una persona muy selectiva, no soy de los que vive por la musica, me gusta más el deporte. ¿Haces deporte? —a lo que contestó con un sincera y graciosa risilla que me hizo sonreír.

—Hago menos deporte que un perezoso con sueño —habló esta vez agitando la mano con desdén.

—Podría enseñarte algunas técnicas de basketball. ¿Qué tal eso?

—Si es contigo, genial —asintió sonriendo— pero si termino en el piso con un ataque será tu culpa.

—Hey, todo bajo mi responsabilidad —alcé los brazos y reímos.

—Mira, ahí están Nate y Abby —señaló el piso cerca de una fila— deben estar buscándonos —rio acercándose a mí para poder ver a nuestros amigos.

Pero estaba muy cerca y ella no se daba cuenta.

Giré a verla y ella alzó el rostro, la manera en que miraba me hacía pensar que la conocía por muchos años a pesar de que solo eran unas seis horas.

Pero nos acercamos un poco más, siendo guiados por el instinto y definitivamente no por la cordura. Tomé su mejilla y ella se estremeció ante el tacto, aunque luego cerró los ojos, y cuando nos acercábamos más, la cabina se detuvo.

—La salida es por la izquierda —decía un señor abriendo la puerta y haciendo que nos separemos de inmediato y salgamos del lugar.

Íbamos caminando en dirección "busquemos a los tortolitos" que nuevamente se habían perdido entre la gente.

—No los veo —finalmente Liz rompió el silencio.

—Oye, lo lamento. Eso ha sido muy rápido, no creas que soy así —hablé mirándola y ella sonrió asintiendo.

—No te preocupes, no te sientas incomodo.

Agitó nuevamente su mano con desdén. Si tan solo pudiera ser un poco más como ella.

—¿Cómo haces? —me permití preguntar libremente.

—¿Hacer qué? —preguntó sonriendo mientras se apoyaba en un pequeño puesto de pizza.

True ColorsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora