Capitulo XXI: Ave de Plumas Ocultas

574 10 2
                                    

—¿Sigue sin aparecer? —Vladimir preguntó a uno de sus agente de inteligencia, apenas notando su entrada en su salón.

—No...es tanto el detalle que no aparezca el problema, señor —explicó—, sino los extraños...pues...

—¿Extraños qué? —preguntó, molesto por el tartamudear y los titubeos con los que se le dirigía.

—El recuento de los hechos —contestó el agente, sudando.

—¿Qué tiene de inusual? —el noble se le acercó.

—Parece algo fantástico.

—¿Fantástico? Ja, dudo mucho que se refiere a qué han hecho un trabajo eficiente y rápido, dado que eso es algo que no he visto últimamente.

—N-no...no es eso, pero...algunas tropas que han intentado seguir el rastro del príncipe, bueno...han desaparecido.

—¿Qué? ¿No se han reportado?

—Al menos un grupo de ellos se dispersó; no sabemos dónde puede encontrarse la gran mayoría de ellos.

—¡Santo cielo! ¡No les pedí tomar Tierra Santa! ¡Sólo buscar a un muchacho miedoso y cobarde! ¿Es acaso algo que tropas entrenadas no puedan resolver por si mismos!

—Señor, le recuerdo que con la temporada de invierno era...sabíamos que iba a ser difícil. Era incluso probable que el chico pudiera estar muerto.

—Entonces, según entiendo, lo que me dices es que me vienes a molestar, en medio de una situación muy tensa para el reino, con noticias que no tienen relación alguna con el príncipe, ¿estoy en lo correcto?

—Es que...creo que no le haría mal ver lo que uno de los pocos soldados que regresaron tiene que decir.

Vladimir suspiró; supuso que era lo más que podía ser de momento, pero su paciencia estaba a punto de agotarse, y todos a su alrededor lo sabían, y no irían a invocar su presencia de no ser por algún tema que pensaran ameritara su atención.

—¿Dónde se encuentra?

—En las mazmorras, señor; él ha dicho que ha visto al príncipe.

—¿En serio? ¿Y por qué no lo trajeron tal y como fue ordenado?

—Le hemos preguntado sobre eso, pero sólo parece hablar incoherencias.

Aún sin conocer de todo los detalles, Vladimir sintió que debía poner más atención a tal dato.

—¿Qué clase de incoherencias?

—Le recomiendo que venga para que pueda oírlas por usted mismo.

Y el malestar se había convertido en curiosidad.

Vladimir siguió el camino hacía las mazmorras: eran frías y húmedas, lugares para meter a prisioneros o criminales, o quizá, ocasionalmente, a algún desequilibrado, y ciertamente eso parecía ser aquel único soldado sobreviviente de un grupo disperso y de paradero desconocido.

Y en el último cuarto, en el último pasillo, uno reservado para ocasiones especiales, lejos de atención no deseada, y Vladimir supo que debía haber una razón para que sus hombres tomaran tan decisión por él.

—¿Es él? —el noble murmuró al ver a un pobre hombre, mal vestido, sucio, inclusive con un par de dientes ausentes en su boca. Primeros indicios que sea lo que sea por lo que él haya pasado, no fue algo agradable.

—Excelencia —dijo el soldado.

—Parece que ha tenido un viaje difícil —Vladimir le comunicó, con un falso tono de interés por una persona que realmente poco le importaba, pero reconocía el valor de su información.

Irene y el Ave de FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora