Capitulo XII El Fin de la Ceguera -Parte I-

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Estaba tan conmocionado por mi conversación con Maurice que no quise unirme al juego de cartas al que nos invitó Raffaele. Me escabullí para buscar al jardinero. Lo encontré en el invernadero cuando se preparaba para descorchar una botella.

— ¡El viejo duque trató de matar a Maurice! —le espeté sin miramientos.

— ¡Ah! ¡Estoy viejo para esos sustos, Monsieur! Casi suelto la botella.

—Maurice me contó todo, su abuelo trató de ahogarlo. Yo estaba en lo cierto cuando presentí que las fuentes habían sido eliminadas por su causa.

—Porque usted es muy sabio, Monsieur.

— ¿Qué clase de persona era el viejo duque? ¿Cómo pudo hacerle semejante cosa a un niño?

—Venga, siéntese y beba un poco de vino —dijo mostrándome un taburete de madera—.Parece que se le ha helado la sangre, Monsieur.

—Estoy impresionado, por supuesto. Pero no bebo, gracias.

—Sólo un trago para que recupere el color —Me tendió el vaso, probé para no desairarlo. Era un vino muy fuerte, nunca había probado algo así, comencé a toser.

—Lo siento Monsieur, parece que su fino paladar no está acostumbrado al vino barato.

—Eso es obvio.

—Si mi benefactor hubiera sido más generoso, le habría podido ofrecer algo más digno —Guiñó un ojo mientras mostraba su pícara sonrisa.

—Si no hubiera contado las cosas a medias quizá me habría animado a darle el doble

—Me arriesgué mucho al hablarle. —Se acomodó en otro taburete frente a mí—. Los Alençon son una familia complicada, quieren aparentar ser perfectos pero varios de sus ilustres miembros merecían ser  atados y encerrados.

— ¿El viejo duque estaba loco?

—Lo suyo era algo más que locura, era maldad. Fue el hombre más vil y miserable que ha respirado en esta tierra, incluso el mismo diablo no lo quiso en el infierno y por eso está todavía rondando el palacio. ¿No lo ha escuchado por las noches? Muchos dicen que sigue rasgando las paredes como si continuara en agonía.

Sentí que un manto helado me cubría el cuerpo. El tenebroso sonido que había escuchado en la noche volvió a reproducirse en mi memoria.

—¿Dice usted rasguños en la pared?

—Así es. Cuando el viejo duque murió, nadie se enteró hasta que lo encontraron varias horas después ahogado en su propio vómito. Debió intentar en vano pedir ayuda porque rasgó las paredes y la puerta de su habitación hasta quedarse sin uñas.

— ¡Eso es espantoso!

—Fue menos de lo que merecía, se lo aseguro. Y permítame decirle que él no es el único fantasma que habita este palacio. La vieja duquesa suele gritar por las noches y a la joven duquesa la han visto correr por los pasillos como lo hizo antes de morir.

— ¿Se está burlando de mí?

—Se lo digo muy en serio, incluso he visto a la Parca venir de visita.

— ¿Quién?

—La mismísima muerte. Viene algunas noches en su lúgubre carruaje, vestida de negro de pies a cabeza, con los largos cabellos al viento y el rostro pálido como la luna llena. Siempre se marcha antes del amanecer.

—No puedo creer nada de lo que dice.

—Esta familia está maldita por todas las cosas terribles que hizo el viejo duque, así que no es extraño que la muerte venga en persona a visitarlos. De hecho, hace poco estuvo aquí. Precisamente cuando el pequeño Maurice estaba en cama. Gracias a Dios se marchó de inmediato, hicieron bien en no dejarlo solo durante la noche.

Engendrando el Amanecer IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora