Capítulo 35: Puede que esté...

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Cuando entró Lucy me sentí molesta, había algo en su presencia que ahora me incomodaba pero lo ignoré y fui con ella y Doménico hasta su casa y como siempre esperaba comer.

—¿Qué comeremos hoy?—pregunté mientras mi estomago hacía ruidos.

—Por hoy nada, se tendrá que reponer en la cena—dijo ella algo molesta.

—No es que sea una glotona pero ¿porqué?—pregunté porque ese día realmente estaba hambrienta.

—¿Segura que quieres que te diga?—preguntó ella con una sonrisa en su cara que me indicaba que la respuesta que quería era un gran “Sí”.

—Sí—dije yo ya con una naturalidad y sin temer que fuera a decir porque siempre terminaba siendo una tontería.

—Uno de los esclavos comió parte de lo que nos habían preparado y ahora todos tendrán que sufrir para que yo me asegure de que jamás se repetirá—dijo ella con una gran sonrisa, se veía realmente emocionada en esos momentos.

Esa es la bipolaridad de ella que me llama tanto la atención, creo que estaba molesta solo para que le preguntara que pasaba con ella y luego estaba emocionada por la gran cantidad de castigos que repartiría. En esos momentos una gran duda surgió dentro de mí, tal vez si ella me diera la respuesta podría saber cómo es que se termina enterando de casi todo. Porque seamos sinceros hace unos momentos habíamos desayunado y no había surgido ningún problema, y ahora ella sabía que la comida — que yo creo que había comenzado a preparar cuando nos fuimos— había sido “devorada” por alguien.

—¿Cómo te enteraste?—pregunté disimuladamente, bueno al menos eso creí.

—Es mi secreto, así que ya no intentes sacármelo—dijo ella muy silenciosa.

“¡Demonios!” pensé, porque moría de ganas de saber los detalles acerca de eso. Pero para no seguir con el tema proseguí a hablar de otra cosa.

—¿Entonces qué haremos?—pregunté viendo a Lucy esperanzada en que podría comer algo.

—Tendrán que esperar hasta que sea la cena—dijo ella sonriente porque creo que en esos momentos yo tenía una cara suplicante.

Yo sólo asentí, Doménico y yo fuimos a la habitación.

Una vez ahí yo me tiré en la cama y traté de ignorar el hambre que traía pensando en lo que me había dicho Alison. Yo esperaba que ella estuviera por alguna estupidez pero realmente me sorprendió lo qué hizo porque seamos sinceros ¿quién mata a su novio infiel?

Sé que muchas lo han pensado pero no me había tocado escuchar que alguien lo hiciera de verdad o por lo menos que lo haya tratado de lastimar físicamente.

En esos momentos pensé que ya le podía hacer competencia a Violeta en cuanto a locura, de hecho por lo menos Violeta demuestra algo de arrepentimiento y Alison literalmente demostró mucho orgullo ante sus acciones.

—Alison está loca—dijo Doménico muy de repente.

—¿Por qué lo dices?—dije yo sólo para ver que decía no porque negara su afirmación.

—Ella realmente carece de sentimientos—dijo él muy serio.

—Bueno creo que ella realmente no tiene un corazón—dije yo tratando de explicar algo de su comportamiento pero para mí no había nada lógico en ello.

—¿Y cómo está el tuyo hoy?—preguntó el muy disimuladamente.

—¿Mí corazón?—pregunté extrañada.

—Sí, me preguntaba ¿cómo está hoy?—preguntó él viéndome.

—Pues…bien aunque me encantaría decir lo mismo de mi estomago—dije yo cuando repentinamente mi estomago gruñó.

—No seas tan glotona Charlotte, estoy seguro que aquí te podrías poner más gordita—dijo él con una sonrisa.

—Oye yo no soy una glotona… Espera… ¡¿Me llamaste gorda?!—pregunté molesta.

—Pero solo poquito—dijo él decidido a molestarme.

—Bien tú tal vez deberías dejar de comer tantos postres—dije yo malvadamente.

—¿Me estás llamando glotón?—preguntó él con una sonrisa.

—Pues desde que llegaste has comido de todo—dije yo viéndolo a ver si se molestaba.

—Si un poquito de todo no como tú—dijo él con una sonrisa mientras yo me ponía roja.

—Está bien no comeré—dije yo molesta volteando la cara.

Él ya no dijo nada más sólo se quedó leyendo un libro que no tuve curiosidad de ver porque aunque realmente no estaba molesta me estaba preguntando qué pasaría si el pensara que yo lo estaba.

Pasaron varias horas y yo sólo hojeaba todas mis anotaciones pensando alguna cosa que le pudiera preguntar a Alison. En eso entró Deth y nos dijo a Doménico y a mí que fuéramos a cenar.

Doménico se levantó rápidamente de la cama pero yo me quede acostada leyendo mis notas haciendo como que no había oído nada.

—¿No vienes?—me preguntó Doménico extrañado.

—No, como dices ya estoy muy gorda creo que hoy no comeré—dije yo con una voz resentida.

—¡Charlotte Lowell ve a cenar en este preciso instante!—me dijo él a manera de regaño.

—No quiero—dije yo divertida con este juego.

Entonces sin avisarme él me cargó como si fuera una muñeca de trapo, empecé a darle golpecitos porque no me gustaba que me cargaran sin antes preguntarme o avisarme.

—¡Doménico!—grité dándole golpes en la espalda.

—¿Qué?—preguntó el en medio de risas.

—¡Bájame cavernícola!—dije yo todavía golpeándolo.

—No hasta que lleguemos al comedor—dijo él riendo.

Después de cruzar la puerta del comedor y después de cientos de golpes Doménico finalmente me bajó y me sentó en mi silla.

Lucy se nos quedó viendo con una cara de perversión, supongo que no habrá tenido tiempo de espiarnos y ya estaba imaginando lo que pudimos haber “hecho”.

—Hola parejita—nos dijo ella con un tono burlón.

—Hola mi queridísima Lucy—dijo Doménico, extrañamente estaba feliz.

Realmente estoy considerando de nuevo lo del gemelo.

—¿Qué hicieron angelitos?—preguntó ella levantando las cejas haciendo mucho énfasis en la palabra “hicieron”.

—Nada, ¿porqué la pregunta?—dije yo esperando que la respuesta no fuera lo que pensaba.

—Simplemente me dio curiosidad…—dijo ella dándonos una mirada inocente, raramente inocente.

—Pues Doménico me estuvo llamando gorda—dije yo haciéndome la víctima.

—¿Verdad qué está subiendo de peso?—preguntó él a Lucy.

—Puede que esté embarazada…—dijo Lucy.

Cae Nieve en el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora