Capítulo 22: Un vals y una amenaza

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Mi piel parecía tan reluciente y mi cabello tan sedoso, también el vestido se veía perfecto y los tacones me hacían parecer alta, la máscara me daba un toque misterioso y seductor que realmente no sabía que tenía.

En cuanto salí del cuarto Doménico me estaba esperando, ahora sí me quedé con la boca abierta. Él se veía absolutamente guapo, tenía un smoking negro hecho a la medida y alrededor del cuello de la camisa blanca estaba el clásico moño negro, Creo que Jacob le había cortado el cabello, lo que correspondía a los lados estaba corto y en la parte de arriba estaba ligeramente un poco largo y estaba fijado a un lado con algo de gel. En cuanto a su antifaz el de él por poquito no le alcanzaba a cubrir la frente, era negro con detalles como los míos pero color plateado y él de él no tenía plumas como él mío.

—¿El tuyo también lo decoró Violeta?—pregunté viéndolo a los ojos.

—Eso creo—dijo él extrañado.

—A juzgar por el diseño que corresponde al mío diría que sí.

—Te ves preciosa—me dijo él con un tono algo tímido.

—¿Lo que oigo es timidez?—pregunté burlona.

—Sí, es que hace mucha diferencia cuando en realidad te bañas—dijo él arruinando el momento.

—Tú también te ves muy guapo cuando te dignas a bañarte—dije yo mientras lo veía.

—¿Entramos mi fina dama?—preguntó él ofreciéndome su brazo.

—Con mucho gusto mi dulce caballero—dije yo pasando mi brazo a través del de él.

Dos hombres nos abrieron las puertas de un enorme salón dónde fácil cabían dos mil personas, era de un color blanco pero por las luces que emitían una hilera con diez candelabros cuando menos, en la habitación había cientos de cuadros de Lucy y Yezca. Bueno más de Lucy pero ¿quién se fija? También había unas mesas alrededor para que las personas pudieran sentarse, en cuanto entramos todos se nos quedaron viendo, no estoy segura si era porque nos veíamos bien o porque éramos los invitados de honor.

Doménico y yo nos sentimos incómodos y fuimos a sentarnos en una de las mesas vacías, mientras estábamos ahí sin hablarnos yo comencé a ver los arreglos con todo tipo de flores desde rosas hasta tulipanes. Pero me vi interrumpida con la llegada de Lucy y Yezca.

Los dos se veían deslumbrantes, Lucy llevaba un antifaz de oro blanco con incrustaciones de Zafiros y grabados finamente curveados que parecían las ramas de árboles fantásticos, ella llevaba un vestido del mismo color de los Zafiros que se parecía mucho al que yo traía a excepción de un tirante atravesado colgado de su hombro izquierdo y que estaba más por encima de las rodillas como gritando “hoy me voy a acostar con alguien”.

En cambio Yezca tenía un traje grisáceo bueno más bien como plateado, con una camisa negra y sin ningún tipo de accesorio en especial además de un pañuelo negro en un bolsillo que tenía del lado izquierdo del pecho, su antifaz era plateado con topacios azules a ambos lados que le tapaba una parte de sus mejillas.

—Ustedes no deben estar aquí tontitos—dijo Lucy mientras nos tomaba por los brazos.

Ella nos llevó a la mesa principal donde se suponía que ella y Yezca iban a estar sentados, aunque al sentarme noté que sobraban dos sillas.

—¿Para quién son las sillas del centro?—pregunté mientras Doménico empujaba un poco mi silla para que no estuviera tan atrás.

—Para nuestros padres—dijo Yezca mientras se sentaba en una de las sillas a la derecha.

—¿Tus padres vienen?—pregunté sorprendida.

—Claro, sin ellos no tendría ninguna gracia hacerlo—dijo ella mientras se acomodaba su cabellera totalmente dorada y lacia que estaba recortada en capas.

Cae Nieve en el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora