Capítulo 13: Las Vegas (Editado)

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Estuve un largo rato sentada en mi oficina mientras contemplaba el techo. Ese día tocaba hablar con Jacob y me alegraba un poco saber que Doménico le había dejado muy claro que debía responder mis preguntas, eso me aseguraría obtener la información que quería.

Jacob entró por la puerta. Él lucía igual que cuando lo vi por primera vez, sólo que ahora tenía una venda sobre su nariz rota, cortesía de Doménico.

-Buenos días, señor Farrow.

-Buenos días, Charlotte-saludó entre un bostezo. Hizo una mueca al forzar los músculos de su adolorida nariz.

-¿Por qué la tardanza?-pregunté también bostezando.

-Castigos. Eso es todo lo que te diré-contestó, todavía viéndome.

-¿Con qué quiere empezar?-Era más sensato que él me dijera el inicio de su historia, pero decidió que se necesitaban otros datos.

-¿Qué le parece con mi infancia?-Casi parecía que me pedía permiso.

-Eso sería grandioso.

-Yo nací en el seno de una familia muy pobre. Ésta consistía en mi madre, mis tres hermanas y yo.

-Supongo que usted era el hombre de la casa.

-Podría decirse que sí. No vayas a pensar que por esa razón tenía privilegios. Al contrario, yo era el que tenía que hacer cosas por el bien de mis hermanas menores.

-¿Qué tipo de cosas?

Mi pregunta le sorprendió, como si nadie hubiera tenido curiosidad por las cosas buenas que hizo en vida. Tuvo que pensar durante un momento, podía ser que hace mucho las había olvidado. Estábamos hablando de su juventud.

-Por lo general yo cedía mis comidas para ellas cuando no alcanzaba para todos.

-¿Tan pobres eran?-No buscaba sonar tan grosera, pero me fue imposible con esa pregunta. Hice que sonara como un reclamo.

-Señorita, tiene que entender que en esos momentos solamente mi madre trabajaba. Además tenía otros gastos que involucraban a sus cuatro hijos.

-Disculpe, no pretendía ofenderlo.

-No se preocupe, señorita Lowell. ¿Quiere que continúe?

Me daba pena responderle, él se estaba portando mucho mejor de lo que yo esperaba.

Asentí, solamente.

-Cuando tuve la edad suficiente para trabajar me salí de la escuela para laborar como ayudante de un mecánico.

Quería anotar lo que me decía, pero eso significaba que dejaría de verlo y prestaría más atención a mi libreta. A ellos les gustaba el trato humano, así que cerré el cuaderno para ponerle toda mi atención.

-Mi jefe se volvió mi figura paterna. Él era un hombre gentil que me consideraba su propio hijo, a veces hasta me pagaba de más para llevar más comida a casa. Como era sólo un mocoso en esos tiempos no podía hacer mucho, pero igual me pagaba.

En su cara se presentó una sonrisa, una cálida sonrisa. Por un instante me hizo olvidar que estaba hablando con un mal hombre, alguien que termino en ese lugar por sus propios medios.

-Cuando cumplí dieciocho años, él me llevó a tomar un trago después de haber arreglado el motor de un automóvil. Estuvimos largo tiempo hablando de autos y trabajo que teníamos que adelantar; después de eso el tema se desvió al dinero. Él era plenamente consciente de la situación que estaba pasando mi familia y le apenaba mucho que yo estuviera cargando con todos.-Su sonrisa dejó su cara para ser remplazada con un semblante serio-. Decía que era muy joven, que debía disfrutar un poco de la vida. Yo consideraba su idea ridícula porque necesitaba ahorrar, mis hermanas necesitaban ir a la universidad de alguna manera y, desde mi punto de vista, yo era el encargado de hacer eso posible.

Cae Nieve en el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora