Capítulo 18: ¿A quién le temes más?

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Me desperté al siguiente día al lado de Doménico, me sorprende que ni siquiera nos hayan llamado a cenar, pero luego ignoré ese pensamiento ya que lo más seguro cuando no respondimos y nos dejaron en paz. Levanté a Doménico, quién estaba sorprendido al verse acostado en la cama pero luego de repasar lo que había sucedido el día anterior se levantó de la cama y pasó a buscar su ropa.

¡Rayos lo que acabo de pensar se podría malinterpretar con doble sentido! Mejor lo repetiré con otras palabras: él después de nuestra plática de ayer se quedo dormido y yo me acosté a su lado, él al recordar esto se levantó de la cama con las ropas que traía ayer y busco unas nuevas para este día. Yo hice lo mismo y ya me dirigía a desayunar cuando en el peinador del cuarto vi la invitación para la fiesta de Lucy, por mera curiosidad la volví a abrir, todo estaba igual sólo que la invitación ahora decía: Faltan 3 días.

Después de leer eso me quedé extrañada porque no recordé haber traído la carta y mucho menos el hecho de que dijera que faltaban tres días porque claramente recordaba cuando decía “Faltan 4 días” y se podría pensar que cambiaron la carta pero no era posible porque el sello de la carta estaba roto de la misma manera que lo había dejado ayer. Pero al final cuando ya iba bajando poco me importó, porque no creo que todo lo que pasa en el infierno sea lógico.

Como todos los días desde que llegué Lucy estaba sentada en su misma silla, pero otra vez estaba hablando por teléfono con sabrá dios quién, pero en cuanto entramos se despidió y colgó.

—Disculpa pero… ¿con quién hablabas mi queridísima Lucy?—nótese que cuando quiero saber algo soy muy dulce con las personas.

—Con alguien que no conoces mi queridísima Charlotte—dijo ella viéndome de una forma extraña.

—Me alegra que hoy no estés de mal humor después de una llamada—dije yo tratando todavía de que me comentara algo.

—He tenido problemas estos días pero se están arreglando, gracias por tu preocupación—dijo ella forzando una sonrisa.

—Oh, menos mal—dije yo tratando de salirme del embrollo en el que me metí.

—Ahora si dejamos de hablar de mis asuntos, díganme ¿cómo les fue anoche?—dijo ella con una sonrisa pervertida.

—¿A qué te refieres?—pregunté yo ruborizada por cómo lo dijo.

—Pude ver mientras dormían juntos pero al caer la noche lo oscuro que estaba el cuarto no me permitió ver nada—dijo ella guiñándome un ojo.

—No pasó nada sólo dormimos—dije yo todavía ruborizada.

—Sí sólo durmieron… ¿porqué estas ruborizada?—preguntó ella burlona.

—Porque…—estaba pensando porque me sentía incomoda.

—Porque el hecho de que digas que ella hizo “eso” la hace sentir incomoda—dijo Doménico casi leyéndome la mente.

—Tampoco es para que se enojen angelitos, yo sólo quería corroborar antes de esparcir rumores—dijo ella con una sonrisa juguetona.

Me incomodo un poco lo de “esparcir rumores” porque eso me indicaba que si ella veía algo estaría dispuesta a contarlo a todo el infierno.

Cuando por fin acabamos ese incomodo desayuno fuimos a La caja de juguetes y antes de entrar Lucy me habló:

—Olvidé decirte algo—dijo ella con un tono muy serio.

—¿Qué cosa?—pregunte igual de seria.

—Como no podrás ver a un paciente en el baile quiero darte la oportunidad de elegir a cuál remplazaras por quién—dijo ella todavía seria.

Cae Nieve en el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora